Palabras robadas

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Verdad o consecuencia

El ascendente Bradley Cooper es un escritor que publica como propia una novela cuyos originales encuentra en un portafolios.

Cuando la mentira es la verdad podría ser el subtítulo de Palabras robadas, en la que el ser y el parecer, el engañarse a sí mismo y a los otros son los temas abordados en este drama con algo de suspenso de los debutantes Brian Klugman y Lee Sternthal.

Jansen (Bradley Cooper, de El lado positivo de la vida y ¿Qué pasó ayer?) es un joven escritor al que no le han publicado una letra. Y eso que lo intenta, siempre apoyado por su pareja (Zoe Saldana, de Avatar). Se pasó tres años redactando su primera obra, pero las respuestas de las editoriales van por el lado de “es artístco, es sutil, es una obra de arte”, OK, pero terminan con que “es impublicable”.

No tienen ni para comer, pero estando de luna de miel en París -los bohemios, se sabe, son así- ella le regala en una casa de antigüedades un portafolios medio maltrecho. De regreso a Nueva York, Jansen encuentra muy bien guardado un manuscrito en el portafolios. Es brillante. No él, sino lo que encuentra. Y esas hojas mecanografiadas ya amarillas sobre una relación de familia, no es que lo inspiran. Las copia, sin cambiarle un punto, la presenta como propia y Lágrimas en la ventana es un best seller. Y “el escritor” se llena de plata, reconocimiento y premios.

Hasta que (Palabras robadas es de esos filmes en los que si no hay un hasta que, no existirían) un anciano le inicia conversación en el Central Park. Es Jeremy Irons, algo maquillado, algo avejentado. Es el autor de la novela. Y le cuenta sus penas.

Relato dentro de un relato dentro de otro relato (la historia de Jansen y la del viejo están contenidas en la novela que el autor que interpreta Dennis Quaid en el filme lee a un auditorio), el interés primordial pasa por saber qué hará el joven. ¿Le contará la verdad a su esposa? ¿Y a su editor? ¿Y al mundo entero? ¿Qué busca el viejito?

Cooper ya se había puesto en la piel de un escritor sin suerte que en Sin límites, con Robert De Niro, conocía los fabulosos resultados de una pastillita que le daba habilidades sobrehumanas. Más lógica y terrenal, Palabras robadas entretiene por ese debate interno del protagonista, por ese personaje que era un perdedor y que de pronto se transforma en un príncipe, hasta que a las 12 pase a buscarlo la carroza...

Los directores y guionistas, que ya escribieron la historia en que se basó Tron: el legado y preparan otra película, se reservaron pequeños papeles como actores, y no es que se desentiendan de la cuestión. El elenco es importante, sus actuaciones le dan un marco a una historia que plantea al espectador interrogantes. Que después, como Jansen, se haga cargo de lo que sintió.