Palabras robadas

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

El ingenio para armar historias

"Mi tragedia es que amé las palabras más que a la mujer que me inspiró escribirlas". Esto lo expresa uno de los personajes de este filme y adquiere sentido en el contexto de esta historia escrita y dirigida por los debutantes Brian Klugman y Lee Sterthal, conocidos en Estados Unidos como actores de series para la televisión.
Su propuesta es una suerte de juego de cajas chinas o muñecas rusas (las famosas matrioskas), con una historia dentro de una historia dentro de otra historia.
Un escritor llamado Clayton Hammond (Quaid) lee en público fragmentos de su última novela, una práctica frecuente en otros tiempos. La novela se titula Las palabras.
Hammond narra la historia de Rory Jansen (Cooper), un joven autor de una novela a la que los editores califican de "artística y sutil", pero impublicable. Se casa con Dora (Zoe Saldana), van de luna de miel a París y allí, en una casa de antigüedades, ella encuentra y le obsequia al marido un viejo portafolios.
De regreso en Nueva York, Jansen halla escondido en el portafolios y casi por azar, una novela inédita, donde un escritor anónimo cuenta el drama pasional que vivió en la época en que fue soldado en París, después de la ocupación nazi, con una joven parisina llamada Celia.
Jansen se apropia de la novela, la edita con el título de Ventana de lágrimas (The windows tears) y obtiene un resonante éxito. Pero el relato fílmico toma derivaciones insospechadas con la aparición de un anciano dedicado al cultivo de plantas y flores, que mantiene con Jansen una conversación reveladora, sentados en un banco del Central Park.
"Todos tomamos decisiones", afirma el anciano interpretado por un casi irreconocible Jeremy Irons. "Lo difícil, es vivir con ellas". Y tiene sus motivos para decirlo.
El aforismo del anciano apunta a desentrañar la conducta ética de su eventual interlocutor que, por extensión, también alcanza al espectador, obligándolo a reflexionar y repensar la historia desde un principio y desde su propia mirada.
Palabras robadas es una película algo compleja, que indaga en el acto creador, como ocurrió en El ladrón de orquídeas (2002), de Spike Jonze. Por la misma razón, es un desafío a la inteligencia del espectador, que debe enfrentar el estimulante juego de desmontar la infrecuente estructura narrativa que proponen los directores.
Aquí no hay efectos visuales, porque no son imprescindibles y tampoco mejoran necesariamente el producto. En cambio hay ingenio para organizar una historia en base a tres historias que se entrecruzan sin traicionarse.
De los intérpretes se destacan Jeremy Irons y Bradley Cooper, este último un actor en franco ascenso, que en este filme también oficia de productor ejecutivo. Ya lo había demostrado en su nominación en la pasada entrega de los premios Oscar por El lado luminoso de la vida.