Paisaje

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Egresada del CIC, reconocida productora ejecutiva, Jimena Blanco debuta como directora de largometrajes con una melancólica y sensible película de inspiración autobiográfica sobre las experiencias de cuatro adolescentes que viajan al centro porteño durante una larga noche llena de peripecias a mediados de los años '90 (el espíritu de época con Nirvana, Calamaro, Chiquititas y Ricky Martin es fundamental para entender los acontecimientos y las reacciones de las protagonistas).

En la primera escena de Paisaje vemos a las amigas disfrutando de un día de sol, lectura y piscina en el bucólico verano de Ingeniero Maschwitz. Sin embargo, cuando empieza a atardecer comienzan también los preparativos para una salida hacia Capital y, más precisamente, para asistir al show de una banda heavy/punk. Una vez en el boliche, habrá pogo, insinuaciones masculinas (y femeninas), invitación a una fiesta, marihuana, alcohol y una inesperada razzia policial. En medio del apuro por huir, olvidan la mochila con las pocas pertenencias y el dinero. Así, las protagonistas quedarán desconcertadas, a la deriva en medio de la madrugada de una ciudad tan desconocida como desolada y por momentos muy hostil.

Paisaje es una historia de iniciación, sobre el paso de la adolescencia a la adultez, sobre las ansias de experimentar nuevas sensaciones y con los códigos femeninos como estandarte. Blanco pone su cámara muchas veces en mano y pegada a los cuerpos de sus protagonistas (convincentes trabajos de Laura Grandinetti, Camila Rabinovich, Camila Vaccarini y Ana Waisbein) para construir sin demasiados cortes un relato íntimo y urgente a la vez, en el que la seguridad, la inocencia y el relajo iniciales se transformarán con el correr del relato en inquietudes e incertidumbres no exentas de paranoias y reproches cruzados. Un debut auspicioso.