Paddington

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Oda a la ciudad de Londres

El famoso oso que habita en la capital inglesa saltó de la literatura al cine en esta película que combina humor absurdo con una puesta en escena llena de simpáticos trucos visuales.

El oso Paddington es para la ciudad de Londres uno de los recuerdos que todo turista desea comprar cuando viaja. Incluso para quienes no saben nada del personaje, la cantidad de variables del simpático personaje llenan las casas de recuerdos para turistas de esa ciudad, incluyendo aeropuertos. Pero en el Reino Unido Paddington tiene una historia previa más conocida. En 1958 aparece este personaje de la literatura cuya popularidad dio la vuelta al mundo. En esta versión cinematográfica se respetan dos características del libro, el origen peruano del oso y el nombre que recibe cuando es encontrado por la familia Brown en la estación de Paddington. La historia de la película es una agradable combinación de humor absurdo y puesta en escena llena de trucos visuales simpáticos y bellos. Por momentos parece más cerca del Drácula de Coppola que de los films infantiles al estilo Stuart Little, del que también tiene algunos elementos. Al despliegue visual se le suma un elenco británico de lujo: Sally Hawkins, Jim Broadbent, Julie Walters, Hugh Bonneville, Peter Capaldi (que se da el lujo de tener un chiste homenaje a su papel de Dr. Who en la serie de culto británica). Si la película no estuviera doblada al castellano, podríamos sumar las voces de Michael Gambon e Imelda Staunton. El broche de oro para el elenco es Nicole Kidman haciendo de una malvada taxidermista. La película en su conjunto resulta una declaración de amor a Londres, aun cuando tenga varios elementos críticos, y es imposible no querer tener un oso Paddington luego de verla. Pero también el film toma una clarísima posición a favor de la aceptación de los inmigrantes en Reino Unido. En ese aspecto no es ni tibia ni ambigua y demuestra bastante coraje. Lamentablemente, el que se estrene doblada al castellano, le hace perder todo su gran encanto británico, y todos los chistes acerca de la forma de hablar de la ciudad de Londres. Si les interesa la ciudad, esperen a verla en su idioma original.