Operación Ultra

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Desmadre a la americana

Operación Ultra es una combustión de comedia, acción, conspiraciones, ciencia ficción y violencia gore.

Seis años pasaron desde que Jesse Eisenberg y Kristen Stewart actuaron juntos en Adventureland (2009), la entrañable obra maestra de Greg Mottola. Los protagonistas de aquel parque de diversiones de la década de 1980 se robaron el corazón de toda una generación de espectadores a fuerza de química y talento y sus fans pedían a gritos una nueva película con ellos dos. Hasta que llegó, por fin, Operación Ultra, que los reúne de nuevo y que, además, junta al director de Proyecto X (2012), Nima Nourizadeh, y al guionista de Chronicle (2012), Max Landis, dos títulos que se ganaron una relativa fama de “filmes de culto” en un reducido sector del público joven.

El resultado es explosivo y único. Dicho rápidamente, Operación Ultra (American Ultra es el título original) es una comedia romántica de acción conspiranoica y ultra violenta, en la que el humo de la marihuana que fuma el personaje principal se mezcla con la hemoglobina que brota a borbotones de los cuerpos de agentes secretos y asesinos despiadados de la CIA.

La película tiene menos que ver con Adventureland y más con Proyecto X y Chronicle. Tiene más elementos en común con estas dos que con la película dirigida por Greg Mottola. Pero lejos de caer en la comedia fumeta al estilo Este es el fin, Operación Ultra da un paso más y toma un camino que se bifurca en subtramas paranoicas con violencia gore, lo que no hace más que singularizarla y distinguirla del resto de los filmes mainstream.

Mike Howell es el típico slacker (holgazán) que trabaja en una especie de supermercado en un pueblo apartado. Vive con su novia Phoebe (Kristen Stewart), el amor de su vida, y se la pasa fumando hierba. En sus ratos libres, se cuelga dibujando bocetos de futuros comics. Pero un buen día su vida da un giro inesperado cuando pasa a ser el blanco de un grupo de inteligencia del estado, que quiere matarlo en una operación secreta del gobierno.

Esto da comienza a una historia delirante de paranoia, persecución y violencia, en la que Mike deberá huir con Phoebe y averiguar por qué lo quieren matar. El link con el subgénero “lavado de cerebro” y con la ciencia ficción también se hace presente cuando Mike empieza a dudar de su identidad y a preguntarse si no será un robot programado por la CIA.

Hay algunos planos con colores fluorescentes que refuerzan la puesta en escena. Por momentos da la sensación de que la película está en el limbo, pero ese detalle es algo positivo porque se condice con lo que le pasa al personaje de Mike. Y si bien tampoco queda clara la postura del director, esto también es algo que suma porque encaja con la indefinición de la película. Como Mike, Operación Ultra no tiene una identidad definida.

¿Es una película sobre la fragmentación de la identidad? Si la respuesta es positiva, estamos entonces ante una película del aquí y ahora, que habla del estado de las cosas y del mundo actual.

Una recomendación final: atentos al dibujo animado de los créditos finales. Es un cierre perfecto para una película que hay que ver en el cine.