Omar

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Narrando una realidad dura y descarnada, el realizador palestino Hany Abu-Assad logra en su filme “Omar” (Palestina, 2013) un fresco actual y dinámico sobre la vida del joven que da el nombre al film para, además, desnudar la cotidianeidad y cercanía con el peligro de la gente que habita la zona.
Omar (Adam Bakri) quiere progresar, alcanzar sus metas, cumplir objetivos, pero su entorno, hostil, y principalmente su involucramiento en la política y la movilización lo llevarán a un lugar inimaginado para la realidad que él buscaba.
El guión de “Omar” posee varios giros, pero principalmente se enfoca en cómo el personaje central va transformándose a partir de las situaciones y obstáculos que le toca vivir.
Enamorado de Nadia (Leem Lubany), que vive del otro lado del muro que divide la ciudad, para verla tiene que saltar y trepar varios metros y luego acercarse a la escuela de la joven para sorprenderla.
A diferencia de Omar, quien posee un carácter estoico y rígido, Nadia es mucho más flexible, y demuestra su pasión y devoción por él en cada una de las cartas que escribe con pasión y que se las intercambia con las que él escribe.
“No sabía que el amor podía doler tanto” le dice en un momento a Omar, luego que éste la increpara sobre la verdadera razón por la cual están juntos y, en la clandestinidad, planean un casamiento y poder vivir juntos, y ser felices y todo lo demás que todos los cuentos les dijeron.
Pero claro está, que esta historia enmarcada en el duro contexto de la Palestina actual, en el que los vínculos se ven resentidos por el odio que hace años habita la zona, terminará por girar el rumbo hacia un drama en el que el amor no posee espacio.
“Omar” habla del abuso del poder y del excesivo control con el que se intenta desactivar aquellos intentos por evitar atentados a las instituciones que rigen el orden, o, que al menos, intentan imponerlo para conseguir libertad.
El joven deberá decidir entre varias opciones, no las ideales para él, sino las más justas, las que cree que podrían acercarlo a aquellos proyectos primeros en los que quería participar y estar.
Cuando se involucra en un atentado al ejército con sus amigos, será apresado y obligado luego a tomar partido por su libertad, y la de sus seres queridos, pero también se le negará la posibilidad de poder continuar con su relación con Nadia, porque ésta, hará escucha de todos los comentarios negativos sobre Omar y su accionar y decidirá abandonarlo.
“Omar” posee algunas escenas en las que la poesía con la que Abu-Assad registra los escapes del protagonista, a esta altura la vida lo consagró como un as del parkour involuntario, como también en los momentos de ingenuidad de su romance con Nadia, contrastan, para bien, con el sangriento relato de tortura y muerte que se va acumulando.
“Omar” logra capturar a su personaje y las consecuentes transformaciones que sufre a medida que la narración avanza, y se detiene en él, más que en nadie, porque sabe que la empatía que logra con la historia de un joven atravesado por la miseria en torno a las decisiones políticas ajenas a su entorno pueden trascender la pantalla y reivindicar cualquier intento de libertad aunque sea a fuerza de engaños. Intensa.