Olé, el viaje de Ferdinand

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Adorable gigante bonachón

La animación nos ha llevado por casi todo el mundo, de China a Madagascar, y ahora es el turno de México en la inminente película de Pixar (Coco) y de España en esta nueva propuesta de los estudios Blue Sky y Fox.

El brasileño Carlos Saldanha (responsable de las exitosas sagas de La era de hielo y Río) dirigió este film sobre Ferdinand, un toro que desafía un sino que parece inevitable: enfrentar al torero de turno en las tradicionales corridas. De pequeño, el protagonista ya manifiesta un particular interés por las flores y es adoptado por un agricultor y su encantadora hija. El problema es que con el tiempo su voluminoso cuerpo se tornará incontrolable. Un día, en el marco de una feria, este animal amable, pero decididamente torpe, generará un caos (es brillante la secuencia en que trata de no romper la cristalería de un bazar). Así, nuestro querible antihéroe será apresado y regresado a un campo de entrenamiento para toros de lidia en Andalucía.

Saldanha ya había demostrado su habilidad para construir personajes entrañables, escenas llenas de vértigo (la animación en pantalla ancha es prodigiosa) y un eficaz humor basado sobre todo en los gags físicos que pueden disfrutar los más pequeños. No hay en los algo excesivos 108 minutos múltiples niveles de lectura ni alegorías rebuscadas. Está claro que en la película, la mayoría de los hombres no tiene la sensibilidad suficiente como para entender a los animales y que las apariencias, por suerte, muchas veces engañan.