Oldboy: Días de venganza

Crítica de Roger Koza - La Voz del Interior

Perversión automática

De las remakes recientes, Oldboy: días de venganza es una singularidad incomprensible. La original era coreana, fue dirigida por Park Chan-wook y se estrenó hace 10 años. La innecesaria versión estadounidense lleva una firma con peso específico: Spike Lee, es decir, un autor, aunque su nervio y su talento brillan por su ausencia. ¿Cómo puede ser que este filme luzca tan desangelado y agotado desde el principio?

El tema oficial, como en la precedente, es la venganza; el interés subyacente, en ambos casos, es otro: explorar el máximo tabú de nuestra especie en clave de thriller. No hay duda: las dos versiones son perversas.

Un disoluto agente de publicidad, entregado a la bebida e incapaz incluso de ocuparse de su hija de 3 años, que vive con su exesposa, es secuestrado misteriosamente en octubre de 1993. Al despertarse, Joe Doucett descubre que está en un motel sin contacto con el mundo exterior. La única vía con lo real pasa por un televisor; viendo un noticiero, se entera de que ha asesinado a su exesposa.

De ahí en adelante, en sus largos años de prisión y sesiones esporádicas de tortura simbólica, Joe mantendrá un único objetivo: escapar de la celda, demostrar su inocencia y redimirse frente a su hija. Pasarán dos décadas. Pero no todo lo que ve y cree es real.

Los primeros 40 minutos de Oldboy retoman lo mejor de su sobrevaluada versión oriental. Lee es fiel al planteo e incluso al lenguaje audiovisual de Park; su contribución es mínima y pasa por cómo incorporar al relato la Historia de Estados Unidos. En la televisión del motel se ve desde la asunción de Bill Clinton y Bush hasta las tragedias del 11 de septiembre y el huracán Katrina (dos tópicos tratados por Spike Lee con gran lucidez y altura en sus magníficas La hora 25 y When the Levees Broke). Tal vez el director haya querido aquí sugerir que la venganza es la emoción colectiva de una época, pero su aproximación es deficitaria.

Y las cosas empeoran cuando Joe abandona su encierro: todo oscila entre el clisé y la violencia gratuita, como si desde ese momento Lee abandonara la película a una especie de piloto automático cuyo único propósito es ilustrar la perversión. Consumado el horror, habrá un nuevo intento de redención. Quizás los personajes se han liberado, el filme no. No hará falta que pasen 20 años para que nadie recuerde la remake de Oldboy.