Obsesión

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Obsesión es de esas películas que llevan a cuestionar toda la estructura de Hollywood. En principio, porque cuesta entender que alguien como Steven Knight que haya escrito series como Peaky Blinders y películas como Negocios entrañables, de Stephen Frears; Promesas del Este, de David Cronenberg; o Locke, que él mismo dirigió, termine concibiendo un guión tan ridículo y una narración tan fallida como esta. Y más aún cuesta creer que figuras del calibre de Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Jason Clarke, Diane Lane, Djimon Hounsou y Jeremy Strong hayan leído este despropósito y aceptado luego formar parte del proyecto. Ellos o sus agentes son parte responsable porque el resultado es un film inverosímil, con personajes estereotipados y una premisa de lo más absurda.

Este mixtura entre el thriller noir y el drama romántico está ambientada -a puro pintoresquismo y exotismo- en una paradisíaca isla de look caribeño (se rodó en el enclave africano de Mauricio). Allí nos encontramos con Baker Dill (McConaughey), capitán del barco Serenity que se gana la vida llevando a turistas a viajes de pesca. El protagonista es una alma en pena: un borracho solitario que termina desatendiendo a sus clientes (para desesperación de su compañero de rutas, Duke, que interpreta Djimon Hounsou), ya que su obsesión (la del título) es atrapar a un gigantesco atún de aleta azul que deambula por las aguas de la zona y siempre se las ingenia para gambetearlo.

Ahora el drama familiar: Baker no ve a su hijo (aunque tiene recurrentes pesadillas ligadas al muchacho) y su ex (Anne Hathaway) lo abandonó por un multimillonario (Jason Clarke). Este hombre de negocios es un ser despótico y golpeador, por lo que Karen regresará al lugar para pedirle a Baker que lo ayude. No conviene adelantar más, pero la cosa no funciona en ninguna de las múltiples facetas del relato: no hay tensión romántica entre estos seres que se reencuentran, la trama carece de suspenso y los conflictos y resoluciones son de una torpeza absoluta. Lo dicho: Obsesión es de esos proyectos rápidamente olvidables, salvo por el hecho de ser de esas excepciones que demuestran que incluso maquinarias aceitadas como la de Hollywood todavía pueden equivocarse tanto.