Obsesión

Crítica de Benjamín Harguindey - EscribiendoCine

Obsesión (Serenity, 2018) recibe el alarmantemente genérico (por no decir contradictorio) título de Obsesión en su traducción al español, pero por una vez la adulteración hace justicia. Obsesión (Ossessione, 1943) de Luchino Visconti no sólo fue la película que inauguró el neorrealismo italiano sino que fue una de las primeras en adaptar al cine la seminal novela negra El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain. Trama que esta película plagia libremente.

La trama es un clásico del cine negro: una femme fatale seduce a un hombre ingenuo para que mate a su adinerado pero indeseable marido. Ella obtiene el dinero, él obtiene a la chica. Cain no recibe crédito por la Obsesión de 2019 a pesar de que claramente el director y guionista Steven Knight se ha inspirado en su novela, ni molestándose en cambiar detalles incriminatorios (el marido de la femme fatale es un magnate griego, por ejemplo). Si el título en español Obsesión no es un calculado j’accuse de parte de los traductores, la coincidencia es feliz.

El hombre ingenuo es Matthew McConaughey, intenso al borde del desquiciamiento; la femme fatale es una blonda Anne Hathaway, vulnerable y voluptuosa; el marido es Jason Clarke, quien compone un excelente bruto. No hay lugar para sutilezas en las actuaciones. En esta versión el protagonista es un capitán de un buque pesquero en una isla paradisíaca y la mujer es su ex pareja, quien quiere comprar un pasaje de ida para su marido en el barco de su ex. La mujer ofrece dinero, pero lo que motiva al hombre es proteger a su hijo de un padrastro violento.

La película, más allá de su fabulosa estirpe, ha sido bochornosamente dirigida. Es burda, obvia, exagerada y tan efectista que da vergüenza ajena. Se alimenta de símbolos baratos como un pez llamado Justicia y una mujer llamada Constancia. Los movimientos de cámara dan vueltas alrededor de los personajes como parte de un tráiler cómico, efectos de audio incluidos. Un personaje en particular, un misterioso hombre de traje, aparece tantas veces al final de una escena con el objeto de infundir suspenso que termina sirviendo más de chiste que otra cosa.

Steven Knight es mejor escritor que director, autor de películas como Promesas del Este(Eastern Promises, 2007) y Aliados (Allies, 2017). La primera decepción es que plagie a Cain; la segunda es que no lo haga muy bien, porque su estilo y los retoques sabotean por completo la historia. Lo que la termina matando es un giro hacia el final demasiado absurdo y rebuscado como para tomarlo en serio o al resto de la película. Es el tipo de giro deshonesto que más que cambiar las reglas del juego, cambia el juego en sí.

El giro introduce más de un nivel de representación y hace de la película una farsa patética. Es el tipo de disociación o fuga que podríamos encontrar en el cine surrealista de David Cronenberg pero aquí es del todo gratuito. Parece existir por las ganas de agregar un truco y regodearse en su propia genialidad, convencido de que es más profundo de lo que es. Falla porque de repente propone varios niveles en la historia sin darle gran peso a ninguno ni vincularlos de manera convincente o coherente.

Lo mejor que le puede pasar a Obsesión es convertirse en una película de culto, de las que su espectacular ineptitud transforma en leyenda.