O ornitólogo

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

La nueva película del director de O Fantasma, Odete, Morir como un hombre y A última vez que vi Macau es una de las apuestas más radicales del cineasta portugués dentro de una filmografía ya de por sí siempre audaz como la suya.

Un western a-lo-Pasolini, una relectura de Deliverance: La violencia en nosotros, de John Boorman, combinada con la historia de San Antonio de Padua y el milagro de los pájaros (sobre el santo más popular en Portugal Rodrigues ya había hecho en 2012 el cortometraje Manhâ de Santo António). Por esos senderos tan diversos transita el nuevo opus de este director fascinante e inclasificable, que es también una película de aventuras, una comedia de enredos, un documental sobre la naturaleza virgen, un ensayo sobre los mitos y los simbolismos religiosos totalmente blasfemo, un viaje de redescubrimiento interior y, claro, una oda gay.

La película de Rodrigues (que le valió el premio a Mejor Director en Locarno 2016) narra las desventuras de Fernando (Paul Hamy), el solitario ornitólogo del título que -en pleno viaje de exploración- sufre un accidente con su kayak en un río salvaje. Es rescatado de la muerte por dos turistas chinas que no son tan inocentes como aparentaban (lo mantienen horas atado y pretenden castrarlo). Luego se topará con unos jóvenes alcoholizados que realizan ritos y sacrificios satánicos y más tarde con un pastor de ovejas sordomudos. Y, siempre, están los pájaros siendo observados y observando (las subjetivas desde el punto de vista de las aves son antológicas).

Pletórica de escenas absurdas (muchas de ellas geniales, otras no del todo logradas), El ornitólogo es una apuesta permanente a la sorpresa y la provocación. En un cine conservador y previsible como el actual la desmesura, el riesgo, el delirio y la abundancia de ideas que terminan desbordando los márgenes del relato se agradece.

PD: La fotografía es del genial Rui Poças, no sólo responsable de la imagen de varias de las mejores películas del nuevo cine portugués sino también de Zama, de Lucrecia Martel. Una película para ver en sala, una experiencia completamente distinta a la de apreciarla en una pequeña pantalla de un dispositivo móvil, de una computadora o de una televisión.