Nunca digas su nombre

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Nunca digas su nombre: un cachivache de terror

Hay un poquito de Candyman, una pizca de Destino final, una porción de It Follows y un montón de elementos de escasísima calidad en este film de terror que nos cuenta en su prólogo sobre un señor que mata para que no se propague la maldición de decir o pensar en el nombre del título en inglés, una clase de cuco que tarda horrores en aparecer. Pensar un nombre: un recurso poco cinematográfico que da paso a cualquier arbitrariedad, que la película usa con molesta frecuencia. La directora es la misma de la muy interesante La última cena (1995). El guionista no era el mismo que el de este cachivache; eso podría explicar algo, aunque quizás no todo.