Norberto apenas tarde

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Otro triunfo del cine uruguayo

En su debut cinematográfico como director, Daniel Hendler construye en Norberto un personaje rico en matices e indescifrable en sus motivaciones. Sincera y memorable.

La opera prima como cineasta de Daniel Hendler no disimula las influencias del cine argentino que surgió a mediados de los ’90, pero también refiere al tono asordinado, melancólico y realista que proviene de las calles de Montevideo. Ahí están los bienvenidos antecedentes: de 25 watts y Whisky, la pequeña historia de amor que cuenta Gigante, el minimalismo sonoro que describe Hiroshima y el culto a la cinefilia que ofrece La vida útil. Sin embargo, si Norberto apenas tarde es otro film auténticamente uruguayo debido a su atmósfera teñida de un humor agrio y gris, la mirada de Hendler reposa en un personaje particular, carismático a su manera, indeciso y atractivo al mismo tiempo. Norberto (gran trabajo de Fernando Amaral) no está pasando su mejor momento afectivo y laboral pero serán unas clases de teatro las que le servirán para ir conformando una vida útil. En pequeñas escenas que no necesitan de la euforia catártica, en mínimas charlas con la novia, los amigos y el jefe de la inmobiliaria, Hendler construye un personaje rico en matices, austero en sus acciones, indescifrable en sus acotadas motivaciones. Y la mirada del director se mimetiza con su criatura, seguida por la cámara en forma pudorosa, respetuosa de esos pequeños gestos que se conjugan a un paisaje único e intransferible. Por eso Norberto, con su tibieza a cuestas, está feliz en las clases de actuación y hasta tendrá la oportunidad, con una borrachera encima, de sentirse atraído por su compañera de trabajo.
Norberto apenas tarde puede entenderse como la adaptación de un texto de Mario Benedetti en versión siglo XXI, pero Hendler va más allá de las grises historias de oficina del escritor. Su mirada es ambigua y oblicua, como la de su personaje, quien disecciona el paso del tiempo en el casual encuentro con una pareja de viejos. Allí, como en todo su desarrollo, Norberto apenas tarde manifiesta una apabullante sinceridad, a tono con su divagante y recordable personaje. Un pequeño y gran personaje, como la película misma.