Noche de perros

Crítica de Guillermo Colantonio - Fancinema

Tierra de pavotes

Se podría hacer una lista exhaustiva de referencias (de no más de dos décadas) y de tics televisivos para describir esta comedia a la criolla que emula varios films conocidos. Y si sacáramos esas referencias, el resultado sería bastante pobre: no más que una historia mediocre, pero sin sustancia ni desarrollo.

Noche de perros se constituye como un elogio de la pavada: dos amigos deciden tomar un auto lujoso prestado pero no imaginan las consecuencias que ello traerá. El punto de partida es la típica broma adolescente y el espíritu que recorre la película atraviesa todos los clisés posibles del imaginario misógino fiestero. La tierra es la de los chistes fáciles, sin esfuerzos mínimos en la construcción de diálogos (mal copiados de tiras televisivas) ni tratamiento alguno en los personajes que intervienen.

Esta clase de films (los cuales son enaltecidos como bromas) representa una parte importante del cine actual, celebrado en círculos festivaleros e independientes. No suelen ser sometidos a discusión y su refugio parece ser una cierta idea de independencia. Se presentan ligeramente como “frescos, anárquicos” y se fundamentan en un supuesto desprejuicio con respecto a lo que cuentan. Sin embargo, la obviedad en la que quedan encerrados es más un signo de anquilosamiento que de frescura. El imperativo categórico que los guía es de la imitación y el chiste “entre nos”.

Lamentablemente, la comedia (un género noble y loable), en estos casos, no pasa de ser un rótulo, una etiqueta sin envase.