Noche de juegos

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Dirigida por John Francis Daley y Jonathan Goldstein (dupla que escribió Quiero matar a mi jefe y Spiderman: regreso a casa y dirigió la remake de Vacaciones) y escrita por Mark Perez, Noche de juegos es una comedia con tintes de terror y acción que gira en torno a una de esas noches a la que alude el título, en la cual no se sabrá qué es un juego y qué es real.
Rachel McAdams y Jason Bateman interpretan a un matrimonio que disfruta interminables noches de juego (de todo tipo) junto a sus amigos. Son competitivos y buenos jugando y, al mismo tiempo, son una pareja consolidada que empieza a buscar armar una familia. Quieren tener un hijo, pero hay un factor que se los impide y probablemente sea el estrés provocado por la inminente llegada del hermano de Max (Bateman), figura que siempre lo opacó porque se mostraba mejor que él en todo, en el juego y en la vida.

Brooks (Kyle Chandler), efectivamente, llega haciendo alarde de sus logros y aprovechando cada oportunidad para humillar a su hermano. Entre sus excentricidades, invita al grupo de amigos de la pareja a un juego muy particular en la enorme casa que está alquilando: un juego de rol de misterio que gira en torno a un secuestro.

Entonces entran a la casa y secuestran a Brooks. Pero esto no estaba armado. Como no se dan cuenta de manera inmediata, el resto sigue jugando con feroz competencia. Así se va generando un juego de enredos que, de a poco, pone sobre la mesa sangre, tiros, atropellos y un cúmulo de situaciones desbordantes.

Noche de juegos es una comedia con un poco de terror, de acción, de policial, de romance incluso. Una mezcla extraña que, a la larga, funciona. Entretenida, con algunas sorpresas, pero también con las típicas y esperadas vueltas de tuerca entre lo que es real y lo que es juego. Lo bueno es que aprovecha de manera irónica muchos de los clisés de estos géneros.

Bateman cumple, pero es McAdams el corazón principal del film, con su innegable carisma, logrando ser encantadora de una manera que se percibe siempre fresca y genuina. A su alrededor los secundarios brindan cada uno su aporte, resaltando Jesse Plemons como un vecino que quiere a toda costa ser parte de este grupo al mismo tiempo que no supera la separación con la mujer por la cual accedió a ellos. En cuanto a elenco, hay algunas sorpresitas más cerca del final.

A nivel dirección, es bastante funcional con excepción de un par de escenas -como un largo plano secuencia que va y viene entre varios personajes- donde se permiten los realizadores también jugar un poco.