Noche americana

Crítica de Rodrigo Seijas - Funcinema

PODRÍA HABER SIDO PEOR

Hay toda una línea -bastante consolidada, por cierto- del cine argentino que busca construir conflictos dentro de espacios acotados y con una cantidad reducida de personajes. Y que lo hace con un nivel de remarcación y solemnidad que suele derivar en experiencias que rozan lo insoportable: films como Amor bandido y Encontrados son apenas ejemplos recientes. Si tomamos en cuenta esos antecedentes, más lo que insinuaban la sinopsis y el trailer, de Noche americana se podía esperar lo peor. Pero aunque esas predicciones no se cumplen, no estamos precisamente ante una película lograda.

El film de Alejandro Bazzano se centra en Iván (Alan Daicz), un joven uruguayo que aguarda a tomar un vuelo que irá de Roma a su hogar, luego de un considerable recorrido europeo. Ese retorno es también en parte una huida, ya que acaba de terminar una relación sentimental de forma un tanto tortuosa. Sin embargo, el vuelo se cancela y es trasladado junto al resto de los pasajeros a un hotel. Allí conoce a Michelle Simon (Florencia Raggi), una estrella de cine con la que terminará teniendo lo que parece inicialmente una aventura de una noche. Pero esa noche se hará mucho más larga y complicada cuando aparezcan en escena el marido y la hija de la actriz, más dos chantajistas que intentarán extorsionarla. Así, lo sexual pasará a ser emocional y policial a la vez, con Iván teniendo un rol tan involuntario como decisivo en las distintas acciones.

Si Noche americana arranca como una comedia con ligeros toques dramáticos, luego pasa a ser una comedia negra, después un drama, un policial y, finalmente, todo eso junto. Al mismo tiempo, ese hotel donde transcurre el relato se convertirá en un espacio donde habitan un conjunto considerable de reflexiones sobre la fama y la fascinación que esta ejerce; los vínculos sentimentales y familiares; y los miedos relacionados con los secretos personales, entre otras cuestiones. Todo ese combo narrativo, estético y temático es llevado adelante por una amalgama de personajes que rozan diversos esquematismos, diálogos repletos de lugares comunes y algunas actuaciones totalmente desbordadas, con Luis Cao, como uno de los estafadores, llevándose el premio mayor.

Quizás lo único que impida que Noche americana sea un completo desastre es la convicción con la que Bazzano sostiene la puesta en escena, sin dejar de hacerse cargo de que todo lo que cuenta es bastante inverosímil. Las tramas y subtramas se superponen y avanzan sin cesar, casi sin dejarle espacio a la duda del espectador, lo que impide que los noventa minutos del film no se conviertan en agobiantes o soporíferos. Sin embargo, no sirven para ocultar que todo está sostenido en un andamiaje tan endeble como pretencioso, un despliegue de supuesta astucia que no es tal, porque todo lo que se escucha y mira ya fue dicho o mostrado de forma mucho más sólida. Noche americana existe, pero no mucho más, y nunca queda claro para qué, aunque no canse u ofenda.