No te preocupes cariño

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

La vida que queremos

La directora y actriz Olivia Wilde se adentra en No te Preocupes, Cariño (Don’t Worry, Darling, 2022) en una trama que combina suspenso, ciencia ficción y terror para construir un thriller psicológico sobre el control y la manipulación, en el que se destaca brillantemente la actriz inglesa Florence Pugh con un papel sufrido similar al de Midsommar (2019), el film de horror y misterio de Ari Aster.

Algo extraño ocurre en una tranquila ciudad rodeada por el desierto ambientada en la década del cincuenta, donde un grupo de familias parece vivir en una utopía disidente de los parámetros sociales. Perpetuando los ideales de la unidad familiar norteamericana de los cincuenta severamente criticados en la década posterior, un grupo de parejas vive en amplias casas de diseño llenas de lujos para la época, con todo lo que necesitan. Los hombres, todos ingenieros, salen a trabajar todas las mañanas a la misma hora para adentrarse con sus impecables automóviles en el desierto en pos de participar de un proyecto secreto de la corporación Victory para el aparente desarrollo de materiales progresivos, una empresa dirigida por un mesías visionario del progreso con aires de coach motivacional, Frank (Chris Pine). La llegada de una nueva pareja, Bill (Douglas Smith) y Violet (Sydney Chandler), ocurre al mismo tiempo que el colapso de Margaret (Kiki Layne), una de las esposas, cuyo hijo desaparece en el desierto tras adentrarse en un área peligrosa donde les advierten a las esposas que no se aproximen. Desesperadamente, la mujer intenta comunicar a las otras esposas que algo muy extraño está pasando pero ninguna le cree, hasta que Margaret se suicida enfrente de Alice (Pugh), una de sus amigas. Esta situación lleva a Alice, la esposa de Jack (Harry Styles), una de las jóvenes promesas del proyecto Victory, a comenzar a realizar preguntas y a indagar en lo que oculta el desierto cuando ve un avión estrellarse detrás de una montaña. A partir de ese momento el idilio de Alice en el paraíso de Victory colapsará y su matrimonio se verá comprometido, dando paso a lo siniestro.

La escenificación recupera la instalación de fábricas secretas y miniciudades para acoger a las familias en medio del desierto para la investigación y producción de armamento de avanzada durante las décadas del cuarenta y cincuenta, debido a la Segunda Guerra Mundial y posteriormente la Guerra Fría. En este caso la utopía de Frank parece situarse al margen de los deseos del gobierno, como una especie de secreto en el que las parejas seleccionadas deben desempeñar tareas muy específicas en una comunidad muy cerrada que pide discreción a cambio de tener las necesidades de toda índole satisfechas. En ningún momento los maridos discuten su trabajo ni entre ellos ni con sus esposas, a pesar de las genéricas diatribas de Frank en sus animadas tertulias, que incluyen una fiesta con una performance de Dita von Teese.

En No te Preocupes, Cariño colisionan un paupérrimo guión de Katie Silberman, en base a una historia de Carey Van Dyke y Shane Van Dyke, con una dirección aceptable de parte de Olivia Wilde, que si bien le agrega tensión, vertiginosidad, suspenso y profundidad estética a una trama llena de puntos muertos y cabos sueltos, también arrastra malas decisiones y adolece de un final pobre, el cual intenta recuperar infructuosamente lo mejor de The Truman Show (1998), de Peter Weir, The Matrix (1999), de los hermanos Wachowski, e Inception (2010), de Christopher Nolan, pero termina copiando sin demasiado éxito ni disimulo a The Village (2004), de M. Night Shyamalan, y sobre todo The Stephford Wives (1975), la película de Bryan Forbes con guión de William Goldman basada en la novela de Ira Levin de principios de la década del setenta, que tuvo una pobre remake en 2004 dirigida por Frank Oz.

Si bien Florence Pugh y Olivia Wilde realizan un gran trabajo, lo opuesto se puede decir de Chris Pine, cuyo personaje no ofrece profundidad ni contenido, y del popular cantante Harry Styles, cuyo personaje no aporta demasiado al suspenso de la trama. Aunque ambos no ofrecen de por sí malas actuaciones, son sus personajes los que no funcionan, especialmente el de Pine como Frank, ya que no es un líder, no dice nada y sus discursos y su oratoria no inspiran ni motivan a nadie, al igual que su esposa, Shelley, interpretada por Gemma Chan. El papel del Doctor Collins, uno de los fundadores del proyecto, interpretado por Timothy Simons, está completamente desaprovechado y no tiene demasiadas escenas ni desarrollo de su carácter, convirtiéndose en una pieza inutilizada de una máquina de la que nunca se averigua demasiado.

El desarrollo narrativo de una vida perfecta que se decanta hacia lo siniestro no presenta ninguna novedad y aunque bien trabajada por Wilde a nivel general, la fatalidad nunca se presenta. En todo caso lo siniestro vendría a ser la consecuencia del mundo virtual y patético que las corporaciones construyen para entumecernos y no dejarnos disfrutar de nada, llenando nuestra existencia de deseos insatisfechos, recargados de trabajo o desocupados, predispuestos a la publicidad de basura empaquetada y a tomar alguna que otra píldora para pasar los malos tragos.

El final no aclara nada, solo deja más interrogantes en un film del que solo queda la intensidad de la actuación de Florence Pugh y el acompañamiento de Olivia Wilde en una historia sobre el malestar de la mujer al ser disminuida a ama de casa, amante y consumidora. También hay una crítica fuerte y una reflexión sobre el papel masculino del proveedor, que se ve obligado a ir a trabajar para mantener a la esposa, que termina aprovechando supuestamente todas las ventajas del lujoso y relajado estilo de vida. También hay una aproximación interesante poco aprovechada cerca del final sobre las nuevas plataformas virtuales, la tecnología de la evasión, los peligros de las nuevas sectas y el malestar de la vida en la actualidad, esas depresión, desocupación y agotamiento que minan la pareja y la vida cotidiana, abriendo paso a nuevas propuestas de consumo que se presentan como innovadoras, rupturistas con el statu quo y garantes de un placer y un deseo insatisfechos por las condiciones asalariadas del presente o del futuro cercano. Otra cuestión importante de nuestra cultura que el film menciona al pasar pero que no desarrolla demasiado es la falta de oportunidades de crecimiento en las corporaciones, la subsunción de los trabajadores en un engranaje impersonal en el que destacarse es imposible e inútil, dado que el reconocimiento es simbólico y evanescente, lo que contrastaría con las posibilidades de crecimiento del proyecto Victory, que es en realidad también una estafa para hacer sentir bien a sus huéspedes o clientes.

Aunque todo lo que presenta No te Preocupes, Cariño es interesante y es plausible de un análisis, no hay profundidad en ninguno de los elementos que el film ofrece como posibilidades narrativas, dejando todos puntos dramáticos a la deriva, sin resolución, quedándose en la obviedad, con una sorpresa no tan sorprendente cerca del final y algunos indicios bien presentados que se sienten descolocados por una trama que se centra demasiado en la relación entre Alice y Jack y descuida todo el resto.

Otro punto aparte son las peleas suscitadas entre Shia LaBeouf, que finalmente renunciaría según él y sería despedido según la directora, y Wilde, las desavenencias entre ésta y Pugh, los cambios de elenco, los retrasos debido a la pandemia de coronavirus y las peleas entre Styles y Pine, delicias para llenar las noticias de cotilleros de la farándula, tal vez actitudes de enfado e impotencia de parte del elenco ante las posibilidades de la historia y el resultado final.

No te Preocupes, Cariño es una realización fallida, donde la maravillosa escenografía -basta decir que la primera secuencia contiene tomas de la Casa Kaufmann, una célebre edificación modernista en Palm Springs, en Los Ángeles, obra del arquitecto austríaco nacionalizado norteamericano Richard Neutra construida bajo la estética internacionalista- queda opacada por un guión inconducente que no sabe hacia dónde ir, por personajes sin carácter ni densidad y por escenas claves que no hacen avanzar la trama.