No llores por mí, Inglaterra

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Cumple su cometido desde el primer momento, garantizando un espectáculo entretenido y divertido para toda la familia. La nueva película de Néstor Montalbano en la antesala de la cita mundialista en Rusia, sirve para despertar la pasión del hincha argentino.

Allá por el 1806, con nuestras tierras aún siendo colonia de lo españoles, una enorme cantidad de barcos junto con tropas inglesas, desembarcaron a lo largo de lo que ahora se conoce como la Costa Argentina para querer arrebatar el poder de los españoles y así, ellos quedarse con las colonias. Los denominados “Criollos” defendieron a muerte sus tierras para evitar que los ingleses desplazaran al Virrey español y a todas las autoridades que aquí se encontraban. Obviamente, al margen de todo el derramamiento de sangre que hubo, hay algunos detalles que no se saben. En modo de comedía irónica e irreverente, ahí es donde se encuentra No llores por mí, Inglaterra, la nueva película de Néstor Montalbano, que en la antesala de la cita mundialista en Rusia, sirve para despertar la pasión del hincha argentino.

En esta parodia histórica protagonizada por Gonzalo Heredia y Mike Amigorena, se nos muestra el lado B de lo que fueron las invasiones inglesas y el plan que tuvieron los europeos para distraer al común de la gente, mientras ellos se ocupaban de arrebatarle el control a la corona española. Esta distracción, a cargo del General Beresford (Amigorena) es ni más ni menos que el fútbol. Por el otro lado, se encuentra Manolete (Heredia), una especie de empresario de espectáculos que está siempre a la pesca de algún negocio, a quien le ha ido mal con su último emprendimiento y está en bancarrota. Manolete piensa que el fútbol puede resultar un buen negocio y organiza un partido con los dos barrios históricamente enfrentados, donde despliega todo su ingenio para armar un espectáculo donde pueda llenar sus bolsillos, siempre con el aval del General Inglés.

Sin embargo, Beresford necesita que los criollos sigan distraídos aún más tiempo, sabiendo que se está formando una resistencia armada y necesita a Manolete para su propósito. Entonces el gran partido del siglo tendrá lugar: Criollos vs Ingleses en la Plaza de Toros. El gran evento se acerca, pero también el ejército comandado por Liniers por la reconquista de la ciudad.

Para ver esta película, lo primero que hay que hacer es limpiarse de prejuicios. No es común ver buenas producciones de “época” por nuestras latitudes, la más reconocida: Zama de Lucrecia Martel (2017) fue un lujo narrativo y visual que no es común en lo que a cine local se refiere. En esta ocasión y para ser comedía, la ambientación colonial esta muy bien lograda. Los vestuarios, los peinados y lo escenarios elegidos, hacen que este viaje en el tiempo hasta el 1800 se logré de una muy buena manera. Lo mismo pasa con el guión, que teniendo en cuenta el gran porcentaje de ironía, podía perder el sentido totalmente y volverse un gran cumulo de chistes, por suerte esto no pasa y cada acto esta resuelto de buena manera.

El elenco, que reúne artistas de primer nivel nacional de la talla de los ya nombrados Heredia y Amigorena se encuentra completado con Diego Capusotto, Mirta Busnelli, Luciano Cáceres, Matías Martin y Laura Fidalgo. Además de estos reconocidos actores y actrices, la sorpresa llega con la inclusión de dos ex futbolistas profesionales como Fernando Cavenaghi (River Plate) y José Chatruc (Racing Club). Todos cumplen de forma correcta con su papel, la única que se ve un poco descolacada y hasta forzando su actuación, es la de Laura Fidalgo, que tiene un rol menor como la esposa de Manolete. Uno de los más destacados, junto con los dos protagonistas, es el de Capusotto que una vez más vuelve a demostrar que la comedia es lo suyo y otorga un personaje digno de su clásico programa Peter Capusotto y sus vídeos (2006-actualidad).

La peli funciona muy bien como comedia de época y sin dudas funciona mejor como chispa para encender el espíritu mundialista. Sin ser una obra maestra del séptimo arte, No llores por mí, Inglaterra cumple su cometido desde el primer momento, garantizando un espectáculo entretenido y divertido para toda la familia.