Niñas araña

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Avi, Cindy y Estefany son las protagonistas de este filme acerca de las desigualdades en un Chile, y específicamente, una Santiago de Chile, de contrastes. Una ciudad en la que los edificios altos y modernos, y la opulencia contrastan con la vida en terrenos tomados.

Las tres chicas andan por los 13 años, y comparten la vida y pequeños robos, hasta que un día deciden probar, ir más allá. Ingresan a edificios de departamentos, engañan al conserje y se meten a departamentos, sea por la puerta o por las ventanas, colgándose de los balcones como indica el título del filme del chileno Guillermo Helo, quien proviene del universo de la televisión.

Una vez allí, tampoco es que viven la gran vida. Pueden robarse pequeñeces, o decididamente disfrutar de las comodidades que en su villa de emergencia no tienen.

El goce puede ser efímero, si no se sustenta en más que el placer cotidiano. Hoy está, mañana…

Los personajes son bien distintos entre sí, ya desde la presentación. Avi (Michelle Mella) vive con su madre y aguanta poco tanto a los novios de ella como que le echen en cara que no sabe quién es su padre. Vive con la inseguridad de si van a expulsarlas de la casilla si no pagan “la cuota” que le exige el personaje de Patricio Contreras. Ella contrasta con la crudeza, lo áspera que es Estefany (Javiera Orellana), mientras Cindy (Dominique Silva) sobrelleva su embarazo como puede.

Son tres seres que necesitan afecto, y que sólo encuentran en su mutua compañía lo que en otro lado no hallan. Juntas, son tres chicas superpoderosas ante una sociedad que les da la espalda.

En los diálogos está la clave de la construcción de esas identidades, en los diálogos es donde se descubre la verdad, la sustantividad de ellas.

Un filme que tiene sus tiempos internos, pero que no deja de llamarnos la atención.