Neruda

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

En menos de dos meses, el chileno Pablo Larraín estará estrenando en nuestro país sus dos últimos largometrajes. El primero que nos llega es Neruda (el segundo será Jackie, más cerca de la entrega de los Premios Oscars donde su protagonista Natalie Portman está nominada).
Neruda no es una biopic, ni siquiera una no convencional. En Neruda, lo que Larraín y su guionista Guillermo Calderón pretenden contar es una visión particular sobre el exilio que el poeta y senador sufre en su propio país. Para esto, mezclando ficción con realidad, se introduce en un juego entre gato y ratón. Luis Gnecco como Neruda y Gael García Bernal como Peluchonneau, el policía que lo perseguirá hasta la muerte y quien narra además, son los dos protagonistas junto a Mercedes Morán como la mujer del poeta, la verdadera razón de que él sea artista y comunista.
El Neruda de Larraín está aburguesado, no puede dejar su obsesión por las mujeres, y se la pasa repitiendo los mismos versos que lo llevaron a la fama. Y más allá de su peligrosa condición política, se lo encuentra divertido, jugando constantemente con la adrenalina de ser posiblemente atrapado y al mismo tiempo confiado en que siempre terminará saliéndose con la suya.
El Peluchonneau de Bernal no sólo pretende atrapar a Neruda, sino que lo que busca en realidad es cierto reconocimiento, protagonismo en esta historia. Son dos personajes ambiguos y contradictorios que en cierto punto parecen entenderse y complementarse.
En este policial que cerca del final termina revelándose como un western, con un clásico duelo esta vez situado en la fría y blanca cordillera, Larraín hace gala de su ojo como cineasta, con un arte y fotografía muy cuidados que suman complejidad y profundidad al relato, aunque por momentos caiga en repeticiones y las casi dos horas de películas comiencen a notarse. Esto sumado al particular tono, a ese humor que resta seriedad y al mismo tiempo puede incomodar (esto se nota más claro en su película anterior, El Club), y su navegar entre el surrealismo y el metalenguaje, hacen de Neruda una extraña aunque interesante película.
Si bien no es biopic, Neruda permite conocer el lado más revolucionario del poeta, en lugar de ahondar en su más reconocida faceta de escritor.