Naruto, la película

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Sólo para entendidos del animé

Éste es el cierre de las películas -y del manga, y del animé- de Naruto, un notorio éxito en Japón y en muchos países del mundo, creado por Masashi Kishimoto, aquí guionista. Naruto es un adolescente ninja movedizo, gritón, con bigotes de gato, con poderes y -en esta película especialmente- enamorado, que debe ayudar a su amor a rescatar a su hermana, raptada por el último exponente del clan ?tsutsuki.

La historia no es tan sencilla, porque estos ?tsutsuki vivieron en la Luna, y hay una luna creada por sabios, que está por caer como un meteorito a la Tierra, y hay guerras pasadas que pueden repetirse. Hay vuelos, estados mentales, sueños peculiares, visiones, superpoderes, poderes mentales, vaivenes temporales, tintes en la animación, peleas, capas, estados de realeza desconocidos, una importante bufanda, paisajes extraños, monstruos peculiares, vuelos en pájaro, ciudades abandonadas, calaveras apiladas, encapuchados, fuego, viento, agua, peleas con golpes y también con criaturas que emergen de puños.

La musicalización, persistente, como de fondo desatendido, liga a esta película animada con una emisión televisiva. La potencia y belleza de no pocas imágenes y el brioso movimiento de algunos segmentos, más la calma y hasta emotiva construcción de la historia de amor, la acercan al cine. Eso sí, no con el cine entendido como un arte accesible para aquellos espectadores no iniciados.