Nada es lo que parece

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

El inevitable castigo de las películas ingeniosas

Las películas no terminan hasta que terminan. Es decir que sus méritos totales se tienen que evaluar al final. No en los últimos segundos, pero sí en el último tercio. Si las promesas deslumbrantes del comienzo, como las que hace Nada es lo que parece, se convierten en una aburrida resolución poco interesante y demasiado ridícula, entonces el film no funciona.

Nada es lo que parece es, ay maldito defecto, una película muy ingeniosa. No es inteligente, no es brillante, es ingeniosa. Cuatro magos extraordinarios –algunos en problemas– son convocados misteriosamente para realizar el acto más extraordinario jamás realizado. Estos cuatro magos (Jesse Eisemberg, Woody Harrelson, Isla Fisher y Dave Franco) son financiados por un multimillonario (Michael Caine), observados por un develador de trucos (Morgan Freeman) y finalmente perseguidos por un policía del FBI (Mark Ruffalo) y una policía de Interpol (Mélanie Laurent).
Con este elenco espectacular y con el esperable gran despliegue de producción, el director Louis Letterier (El transportador, Furia de titanes) arma una primera parte divertida y deslumbrante. Cuanto más grande es el interrogante, mayor es la expectativa que genera. Por eso, durante los treinta minutos del comienzo todo será interesante y divertido. Aun con la simpática inverosimilitud del relato, las cosas avanzan y el espectador disfruta del descomunal trabajo de tantos actores importantes. Pero se hacen preguntas, se abren interrogantes, se plantean temas. Y comienzan los giros, continúan las sorpresas, y a esas sorpresas le seguirán otras que se volverán previsibles y ya no nos importará nada. Para cuando llega el tan esperado desenlace y se resuelve el conflicto, es mayor la decepción que la alegría. No son buenas noticias, porque salvo por el guión, todo lo demás en la película parece funcionar. Pero arruinada la historia, se arruina todo, y no tiene solución. En El gran truco, aquella película de Christopher Nolan con Hugh Jackman, la resolución iba a hacia lo fantástico. Acá no diremos a dónde va, no es correcto contar los trucos de los magos ni los finales de las películas.