Murales. El principio de las cosas

Crítica de Ezequiel Obregon - EscribiendoCine

Escribir la memoria

El documental de Francisco Matiozzi Molinas indaga en un colectivo de ex presos políticos que pinta murales para homenajear a los desaparecidos. La búsqueda multiforme de su trabajo muchas veces se confunde con desorientación.

Tal vez sea Los rubios (Albertina Carri, 2003) el film de la post-dictadura que mejor supo trabajar el contenido en relación a la forma, siempre en torno a las consecuencias de uno de los períodos más oscuros de la reciente historia argentina. Murales. El principio de las cosas (2016) también problematiza ese par, con resultados en parte óptimos, y en buena medida desconcertantes. El desconcierto no surge de la dosificación de la información (lo que, en buena medida y aún en un documental, conforma una arquitectura dramática), sino de las múltiples formas que se suceden y que no logran establecer un sistema.

Hay una intención de ficcionalizar los acontecimientos que no se cumple, hay un “repaso” de material de archivo, hay indagación familiar y voz en off, hay recorrido por lugares clave y análisis en primera persona. Poco a poco, el espectador conoce parte de la historia familiar del realizador, centrada en el asesinato de un familiar y la reivindicación que llevó a cabo un grupo de muralistas. Matiozzi Molinas expone sus dudas sobre cómo registrar y pensar los acontecimientos, y de este modo promueve una reflexión sobre la historia y la memoria colectiva. Los intersticios de esa memoria, los desacuerdos, las omisiones y las divergencias, están expresados en la voz de quienes formaron ese pasado y fueron cambiando –o no- a medida que pasó el tiempo.

Es evidente que la apuesta fuerte del realizador consiste más en realzar el proceso que el producto. Frente a esta premisa, hay algunas metáforas un tanto obvias, como la analogía entre la práctica de la natación del propio Matiozzi Molinas y la concreción del proyecto cinematográfico. En contraposición, sí tiene una mayor magnitud alegórica simbólica el empleo de los papeles de colores que trazan, literalmente, una red de sentido en torno a los nombres, los espacios, y los crímenes de quienes lucharon contra el pasado dictatorial.

Pese a los desniveles, siempre es bienvenido un trabajo audiovisual que aborde la dictadura cívico militar, y más aún cuando reflexione sobre cómo hacerlo.