Monster Hunter: la cacería comienza

Crítica de Rodrigo Seijas - Funcinema

UNA AVENTURA QUE NO ARRANCA

Caso raro el Paul W.S. Anderson, que ha construido una carrera ya bastante extensa en base a dos vertientes confluyentes. Por un lado, con un foco casi obsesivo en la relectura de fórmulas probadas: adaptaciones de videojuegos (Mortal Kombat, Resident evil), crossovers (Alien vs. Depredador), remakes (Carrera mortal), reversiones (Los tres mosqueteros), secuelas encubiertas (El último soldado) y hasta reciclajes genéricos (La nave de la muerte, Pompeii: la furia del volcán). Por otro, un trabajo narrativo y de puesta en escena bastante tosco, encubierto en buena medida por presupuestos de mediano o alto calibre. En el nuevo milenio, su cine es representante de una segunda selección un poco más lustrosa, aunque rara vez con verdadera alma.

Dentro de ese espectro, lo de Monster hunter: la cacería comienza es bastante representativa de los alcances y límites del estilo del realizador. Aquí tenemos otra adaptación de un videojuego con un presupuesto considerable, la voluntad desde el vamos de construir una franquicia rendidora y una confianza un poco descarada en herramientas estéticas un tanto limitadas. Hasta está de vuelta en el protagónico Milla Jovovich, a quien hay que reconocerle que, sin ser una gran actriz, es alguien que supo ir construyendo una trayectoria consistente como heroína de acción, algo que no pudieron figuras con más recursos, como Jessica Chastain. Acá interpreta a la Teniente Artemis, quien durante una misión es transportada súbitamente junto a su unidad de soldados a un mundo paralelo plagado de criaturas monstruosas, en el que la supervivencia es la labor más difícil de todas. En ese universo hostil, terminará aliada con un cazador (Tony Jaa), mientras trata de encontrar la clave para retornar a nuestra realidad.

A cada minuto se pueden ver en Monster hunter las intenciones en contraposición con los resultados. Hay un intento evidente de conectar con el cine de aventuras clásicos a partir de materiales actuales, pero el relato no se acerca mucho a concretarlo apropiadamente. Por caso, si Anderson procura crear una camaradería progresiva y sincera entre los protagonistas, lo cierto es que todo luce un tanto forzado, como si el cineasta tuviera en claro los objetivos pero no los medios, con chistes remarcados y gestualidades excesivas. Del mismo modo, el misterio que se intenta delinear a medida que pasan los minutos no termina de adquirir la suficiente fluidez para generar expectativa en el público. Y si bien hay un par de secuencias de acción visualmente atractivas, hay un abuso de la cámara lenta que resta suspenso y tensión.

Todos estos baches se potencian cuando en la última media hora el film da un par de vueltas de tuerca, cambiando el enfoque grupal y subiendo la apuesta en los enfrentamientos fantásticos. Si hasta ese momento había una apuesta encomiable por tomarse los minutos necesarios para plantear los conflictos, en la recta final se acumulan revelaciones, giros dramáticos, batallas y varios personajes -particularmente el interpretado por Ron Perlman- que explican muchas cosas apresuradamente, sin un verdadero sostén en la aventura. A Anderson le termina importando más dejar las puertas abiertas para futuras entregas, delatando que en muchas cosas se parece demasiado a Luc Besson, ese cineasta que un momento empezó a filmar como si fuera un empresario. Y aunque Jovovich pone el cuerpo y hace todo lo posible para salvar a su marido y pareja creativa -incluso conformando un dúo creíble con Jaa-, no alcanza para anular la sensación de que todo el esquema narrativo de Monster hunter está claramente pensado en función de juntar billetes. En el medio, la aventura no llega a arrancar con la energía requerida.