Misión Imposible 4: Protocolo Fantasma

Crítica de Javier Porta Fouz - HiperCrítico

Vértigo

La cuarta Misión: Imposible es una de esas películas que bailan ante nosotros. No, no es un musical. Pero probablemente sea lo más parecido al musical clásico que se puede obtener en el cine de estos días, que carece de ese género en su oferta (si me dan los ejemplos de Bailarina en la oscuridad de Lars von Trier o la nueva versión de Hairspray, evidentemente no estamos hablando de lo mismo).

En términos literales, Misión: Imposible – Protocolo fantasma no canta ni baila, ni se canta ni se baila en ella. Pero la acción, su felicidad, su ritmo, su vértigo, su perfecta sincronización en el montaje, en las actuaciones, en todos los aspectos de la puesta en escena, proponen un movimiento tan grácil como el de El pirata (1948), de Vincente Minneli y con Gene Kelly. Tom Cruise, petiso y al parecer eternamente joven (este año cumple 49) es una especie de Gene Kelly de la acción. De hecho, ya la muy buena y subvalorada película protagonizada por Cruise en 2010, Knight and Day de James Mangold, era una especie de musical –por sus burbujeantes coreografías de acción– de espionaje y romance. Cruise, muscular y fibroso como Kelly, exhibe su sonrisa y resplandece como uno de los dos grandes protagonistas del musical clásico de Hollywood (estas son épocas-Kelly para la acción, Jason Statham también es otro de la “escuela Kelly”; no se me ocurren ejemplos de “héroes de acción Fred Astaire”). Cruise es una presencia cinética arrolladora, aparentemente sin complejos (un actor petiso que aparece en la película más petiso que otros actores no especialmente altos), una estrella magnética. Por supuesto, es un gran actor de cine. Creo que ya alguna vez mencioné este listado, pero vamos otra vez: Spielberg, Woo, Kubrick, De Palma, Mann, Scorsese y Coppola. Esos son apenas siete de los directores con los que trabajó Cruise, que tiene una trayectoria muy pero muy superior a la de otros actores más prestigiosillos. Intenten que Ryan Gosling ejecute con convicción una secuencia como la del hotel de Dubai de Misión: Imposible – Protocolo fantasma. Probablemente notarán que para muchos actores con cara de torturados no es tan fácil actuar y correr, volar, aparecer con esa gracia de Cruise con una remera de Bruce Springsteen con el Kremlin de fondo. Cruise es movimiento, ritmo, humor, prestancia, confianza, pantalla abarcada y seducida. Por supuesto, Cruise cuenta, para bailar en el tiempo y en el espacio de esta película, con un montajista como Paul Hirsch (de gran trayectoria desde los setenta, montajista de varias de De Palma incluida Misión: Imposible) y con un director como Brad Bird.

Brad Bird: El gigante de hierro, Los increíbles, Ratatouille. Eso, solo grandes películas de animación. Hasta ahora, que con esta Misión: Imposible comienza con el cine de “live action” como dicen en la industria americana. No leí otras críticas ni notas sobre Misión: Imposible – Protocolo fantasma ni nuevas entrevistas a Bird, pero su paso de la libertad de movimientos y “acciones imposibles” de la animación a la acción en vivo está perfectamente logrado. Y, a la vez, esta Misión: Imposible no tiene estética de dibujo animado. De hecho, en Ratatouille las acciones y los movimientos se semejaban a los de la acción en vivo. Brad Bird, proveniente de Pixar –es decir, la gran compañía productora de animación–, pasa ahora a dirigir con producción de Cruise y J.J. Abrams. Con esos apoyos y con la capacidad para lograr una cantidad festiva de minutos de tensión, adrenalina, extraordinario despliegue de movimientos y lo que quieran agregar para definir ese vértigo sonriente que uno experimenta en la butaca, al menos un sendero del presente y los futuros del cine parece ser suyo.

En ocasión de Misión: Imposible 2 Gustavo Noriega dijo en El Amante que esa magistral película dirigida por John Woo era “Cine como música”. Estoy muy de acuerdo: esa película era un ballet, o una danza con una gran orquesta, con música electro-épica de Hans Zimmer. Esta Misión: Imposible es otro tipo de danza, más rítmica, sincopada, con un ritmo más jazzeado, más urbano (la película es más urbana), con música de Michael Giacchino (músico de Pixar y de J.J. Abrams). Vean Misión: Imposible - Protocolo fantasma, la cantidad de secuencias inolvidables es muy alta y no tiene sentido nombrarlas acá. Esta película es, hermosamente, cine-maravilla.