Minúsculos

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Chiquititos, pero divertidos

Una pequeña joya animada, del cine francés, para chicos y grandes.

No hay por qué saber que Minúsculos llega como resultado del éxito de una serie de cortometrajes de los mismos realizadores, los franceses Hélène Giraud y Thomas Szabo. Lo integraban por 78 episodios y fueron presentados desde el año 2006. Y tampoco hace falta haber visto ninguno de los trabajos de 6 minutos -aunque no habría por qué perdérselos- para disfrutar esta maravilla sin diálogos entendibles entre animales, sobre el micromundo de los insectos, en una aventura en la que la solidaridad, la valentía y el humor, están en primer plano.

La protagonista es una vaquita de San Antonio, que por curiosa que es, se separa de su familia. Y termina reuniéndose en el campo con una hormigas laboriosas, que encuentran una caja con terrones de azúcar, que deciden llevar a su hormiguero para beneficio en común. Pero hay unas hormigas rojas más holgazanas quieren quedarse con la caja.

Minúsculos no se parece en nada a Bichos, una aventura en miniatura, de Pixar, ni a Antz, de DreamWorks. Tiene vida y ritmos propios. Por un lado, la falta de diálogos hace que todo se parezca más a una experiencia del viejo y querido cine silente, aunque hay ruidos, efectos y música. Seguramente los chicos la disfrutarán a su manera, y los grandulones, también.

Tiene, sí, gags y guiños propios para el entendimiento del público más adulto, al margen de elipsis que los más pequeños se pueden perder.

La animación de los ojos de la Vaquita, o de las hormigas buenas y malas, la combinación con fotografía “real” del campo, todo está mancomunado para lograr un efecto de realidad que, dentro de la ficción de este pequeño micromundo, funcione y resulte, en lo posible, creíble.

Y a no sorprenderse si Minúsculos entra en el lote de las películas finalistas candidatas al Oscar a mejor filme animado.