Mi villano favorito

Crítica de Benjamín Harguindey - EscribiendoCine

Dulce y detestable

Hay vida afuera de Pixar y DreamWorks. Mi villano favorito (Despicable Me, 2010) es la nueva película digital animada (con opción de 3D) de Universal Studios. En un mundo donde ser súper villano es profesión y la competencia por ser el más detestable (el título original traduce a “Detestable yo”) abunda, curiosamente no hay súper héroes. Queda esperar a que nuestro villano favorito deje de serlo.

Gru (voz de Steve Carell) es súper villano de profesión. Está interesado no tanto en dominar al mundo así como cautivarlo con megalómanos actos de maldad. Su nuevo plan está al nivel de un episodio de Pinky y Cerebro. Quiere robar la luna. El plan incluye un rayo reductor, un ejército de cómicos secuaces y un trío de huerfanitas – Margo, Edith y Agnes – que Gru pretende usar de testaferro.

Nuestro villano favorito cuenta con un suntuoso laboratorio y la mejor tecnología que su inventor, el Dr. Nefario, puede crear. No está sin sus complicaciones. La competencia roba su rayo, sus secuaces roban sus escenas y las huérfanas roban su corazón. El camino para robar la luna es largo y arduo.

La película ostenta el protagonismo de un villano, pero está claro desde el principio que se trata más de una historia de redención y menos de una mirada innovadora hacia el mal, que en el caso de Gru refiere a colarse en filas, eludir vendedores y burlarse del vecino. Nada que no hayamos hecho, o fantaseado con hacer. Incluso su lunatismo (en el sentido más literal de la palabra) cae simpático. Es un sueño de niño frustrado.

Nuestro Cerebro y sus cientos de Pinkys caen en más de una situación Acme. Desopilan todo tipo de armas, explosiones y golpes que en películas ya no aptas para todo el público serían fatales. Por otro lado, nuestras impecables huérfanas compiten en certámenes de ternura que pondrían al Gato con Botas de Shrek en guardia. Así nos turnamos entre lo gracioso y lo conmovedor. No por ser golpes bajos dejan de funcionar. Entrega las risas, las lágrimas y el final feliz de toda digna película de animación digital.

Alfred Hitchcock concluyó alguna vez que una película es tan fuerte como el villano que la protagoniza. Sin la altura de la complejidad dramática de Toy Story 3 (2010) o el tedioso sarcasmo de una franquicia cansada de sí misma como Shrek 4 (Shrek forever after, 2010), Mi villano favorito entra estas vacaciones en un cómodo y soso segundo lugar.