Mi gran boda griega 2

Crítica de Rolando Gallego - EscribiendoCine

Lo primero es la familia

Siguiendo con la historia presentada hace más de una década en los cines, Mi gran boda griega 2 (My Big Fat Greek Wedding 2, 2016) reposa hábilmente la mirada en la familia de la protagonista, Toula (Nia Vardalos, quien además escribe y produce la película), con sus particularidades y características, y que de manera sorpresiva y lograda, fueron descriptas en ese primer acercamiento desde la comedia al grupo que la rodea.

Aquí Toula, ya establecida y con su marido, debe continuar su vida vislumbrando la posible ida de su hija por estudio, y acompañar a sus padres en las rutinas relacionadas con la edad (acompañarlos a la kinesióloga, a hacerse estudios, etc.), mientras que intenta recuperar la pasión con su pareja la que, por tareas extras y principalmente por el acoso de la familia, fue relegando cada vez más.

Así Mi gran boda griega 2 se va consolidando como una muestra de algunas de las catástrofes naturales a las que esta mujer está acostumbrada a lidiar a diario y que en algún punto le han dado cierta invisibilidad ante los suyos, demostrando porque esa mujer fuerte de la primera entrega terminó por convertirse en un ser pasivo y apagado en esta oportunidad. Pero más allá de ese segundo plano en el que se encuentra, en el fondo, cada uno de los miembros de su familia exige y necesita que ella esté presente ante cualquier situación, razón por la cual cuando el padre detecte con una consulta muy simple (o al menos eso parece en primera instancia) que no está casado legalmente con su madre (falta una firma), Toula encabeza el comité para que un nuevo casamiento permita que sus progenitores puedan contar con un certificado que avale la unión.

El film trabaja esas dos líneas: la de la mujer que necesita de alguna manera cambiar su situación para sentirse nuevamente bien consigo misma y su entorno, y por otro lado los obstáculos que se presentan para poder armar la boda soñada para sus padres.

Narrada en voz en off, y con un ritmo muy cercano a la sitcom, Mi gran boda griega 2 aprovecha de la screwball comedy todo aquello que le permite consolidar una propuesta pintoresca sin otro objetivo más que entretener durante casi dos horas.

Kirk Jones releva en la dirección a Joel Zwick, pero la pluma de Nia Vardalos sigue presente en el guion, que en esta oportunidad -y por el paso del tiempo- menciona de manera tangencial un contexto económico real y que potencia el verosímil de la historia. “La gente no viaja más, pero sigue comiendo” y allí la ubica a su Toula, estoica, tenaz, persistente, triste y nostálgica, y que pese a las presiones familiares y a los cambios sufridos en su realidad, proyecta en su hija todos los sueños que ella no pudo cumplir, y pese a esto reposa en aquel hombre que eligió para su vida, más allá que se haya olvidado de cómo intimidar con él.

Mi gran boda griega 2 es una comedia que justamente en la honestidad con la que se presenta, radica su principal virtud.