Megamente

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Llega un nuevo y adorable antihéroe

Esta nueva producción animada de la factoría DreamWorks apuesta por la utilización cómica de dos aspectos muy de moda en el cine contemporáneo: por un lado, la reivindicación del antihéroe (o, más precisamente, del lado bueno que hay en todo malvado) y la crisis íntima, la carga emocional, el peso simbólico que significa ser un superhéroe.

En el arranque de Megamente , tenemos a un superhéroe llamado Metro Man, que está en la cúspide de su popularidad (es, literalmente, una estrella con un ego más grande que sus poderes, capaz de convocar y manipular a las masas en las puertas de un museo dedicado a? la veneración de su persona), y a Megamente, un malvado tan ambicioso como frustrado por sus sucesivas derrotas frente a Metro Man. Sin embargo, cuando éste -sorpresivamente- desaparece, el despiadado villano azulado y de cabeza gigante toma el control absoluto de la ciudad. El problema es que, una vez que se apodera de todo y da rienda suelta a sus deseos y caprichos, se da cuenta de que no tiene rival ni, por ende, estímulos. Lo más parecido al vacío existencial.

Por supuesto, el film, dirigido con buen pulso por Tom McGrath (el mismo de Madagascar ), apela a un objeto del deseo (un personaje femenino de fuerte personalidad encarnado por una periodista televisiva), a un nuevo malvado (un camarógrafo que pasa de la frustración a los excesos) y a un simpático comic-relief como la mascota de Megamente, como para que todos los segmentos de un entretenimiento masivo de consumo familiar estén debidamente cubiertos.

Megamente tiene unos cuantos elementos ya trabajados (en algunos casos, con mayor inspiración) por propuestas como Los increíbles , Mi villano favorito , Superman o Astroboy (las referencias y guiños son una de las bases de la dinámica de los guiones de la factoría DreamWorks), pero McGrath y su equipo suplen cierto déjà vu con una simpatía desbordante y con un despliegue visual que hace un excelente uso de las posibilidades de la pantalla ancha y de los efectos diseñados para el lucimiento en las pantallas digitales 3D. Así, en este juego de espejos, de contrastes y contracaras, de inversiones de personalidad, Megamente surge como otro villano querible, de esos que se han ganado en buena ley un digno lugar en el imaginario popular.