Mecánica popular

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Se estrena Mecánica popular, tras los problemas que tuvo el director con No somos animales (que pudo verse en el Bafici pasado) y El acto en cuestión (que llegó largos años después de realizada).
Alejandro Awada, quien se encuentra actualmente pasando un muy buen momento en su carrera como actor, es el protagonista del director que intercala entre Hollywood y Argentina, Alejandro Agresti. En ella interpreta al dueño de una editorial que publica a nuevos escritores, pero se percibe que en su vida hay algo que no funciona y esto se termina de comprobar cuando una noche solo en su lugar de trabajo decide pegarse un tiro. El momento es interrumpido por una joven que supo colarse en el edificio tras pasar seguridad a escondidas, una joven aspirante a escritora cansada de que su manuscrito haya sido rechazado. Es ahora ella la que amenaza con suicidarse si él no lee (porque sabe que quienes leen lo que llega son sus empleados) lo que ella escribió.

En esa misma planta va a sucederse toda la película, intercalando líneas temporales. Pocos actores, diálogos extensos y cargados de referencias literarias contemporáneas, dan como resultado un film muy teatral. Agresti juega con sus personajes, con las líneas argumentales confunde, exagera, sobre carga.

Incómoda, pesada, Agresti quiere abarcarlo todo. El suicidio, la muerte, política, psicoanálisis, Dictadura, sexo. Son algunos de los tópicos que sus personajes tocan en esa noche que les va a cambiar la vida.

Awada es quien se carga la Mecánica Popular al hombro (aunque como todos, sus actuaciones son un poco exageradas, forzando la idea de lo teatral) pero lo cierto es que cada uno de los actores están muy bien dejando en evidencia que Agresti es también un director de actores. Marina Glezer y Romina Ricci son dos Silvias (no es casual que ése sea el nombre elegido y por si queda alguna duda, sí, es en referencia a Sylvia Plath) trastornadas, con mucho bagaje y cierta devoción hacia el personaje del editor. Patricio Contreras interpreta al hombre de seguridad que también va a tener un pasado del cual algunos aspectos quedarán expuestos. Y Diego Peretti tiene una participación incluso menor en la cual no está menos que correcto, tampoco tiene más para lucirse ya que se lo siente desaprovechado.

Muy bien dirigida en cada aspecto, aunque Mecánica Popular falla en un guión cargado de diálogos ampulosos y pretenciosos.