Me perdí hace una semana

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Dos para mirar el interior

Es una idea más que acertada estrenar juntos dos films de Iván Fund, prolífico cineasta argentino, para visionar un mundo y un criterio de puesta en escena con ejes en común.

Es una idea más que acertada estrenar juntos dos films de Iván Fund, prolífico cineasta argentino, para visionar un mundo y un criterio de puesta en escena con ejes en común.
Codirector junto a Santiago Loza (Los labios) o a solas (La risa), frecuente partícipe de las últimas ediciones del Bafici y del Festival de Mar del Plata, el cine de Fund bucea en la interioridad de los personajes y en las combinaciones del documental con la ficción.
Me perdí hace una semana, por un lado, es un relato coral donde se describen las vivencias de un tarotista, una pareja joven y una mujer policía, ubicados en una geografía de barrios carenciados donde la noche es muy oscura. En tanto, en la road-movie a pie que narra AB, Arita y Belencha, en un pueblo de provincia, planifican una hipotética ida de su lugar de origen.
La calidez de ambas historias, breves en su duración, invade las vidas de estos personajes, lejos del peligroso miserabilismo en esta clase de relatos. Más aun, entre Arita y Belencha, amigas que se quieren desde el primer día que se conocieron, subyace una sutil historia de amor, que concluirá cuando una de ellas reflexione ante la posibilidad de recluirse en un monasterio.
Si AB, por lo tanto, construye un relato en el que las dos amigas se fusionan en una sola, Me perdí hace una semana está más cerca de un film-confesionario con cámara en mano, donde se registran los relatos de Pepo y Yesu (la pareja joven), Michi (el tarotista) y Eva (la mujer policía, interpretada por Eva Bianco, estupenda actriz).
Aparecen muchos perros en las dos películas: recién nacidos, encerrados, sueltos por calle, protegidos por los protagonistas. Pero, a diferencia de El perro de Carlos Sorín, la mirada de Fund presenta pedazos de vida, noches que parecen eternas, carencias afectivas que no se relamen en la miseria y una honestidad simple y concreta que convierte a uno grupo de personajes ordinarios en seres extraordinarios.
Ambos films se exhiben desde hoy en el espacio INCAA cine Gaumont.