Maze Runner: Correr o morir

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Una nueva adaptación de saga literaria juvenil, y ante el evento uno ya no sabe que es lo que le deparará el destino. Por suerte "Maze Runner: Correr o Morir" (USA, 2014) se ubica en un lugar positivo y logra un producto de calidad con toque nostálgico, asemejándolo a filmes clásicos familiares y de aventura de los años ochenta.
Mezcla de “Costa Mosquito” con “Los Juegos del hambre” en "Maze Runner" se plantea una comunidad de jóvenes aislados que deberán luchar por su vida en un espacio abierto y que periódicamente reciben la incorporación de un miembro al equipo. Por obra de un grupo de científicos inescrupulosos, encabezados por Ava Page (Patricia Clarkson), los jóvenes no solo llegan al lugar en estado de inconsciencia, sino que además no recordarán cualquier estadio previo a su desembarco.
La acción en "Maze Runner…"comienza cuando Thomas (Dylan O’Brien) es abandonado en el lugar y trata de entender primero su situación y luego en quien debe confiar y con quien aliarse del resto de jóvenes. Imposibilitado tratará de encontrar algunas respuestas en Chuck (Blake Cooper) o Alby (Ami Ameen) quienes no sólo le mostrarán los secretos del lugar, sino que lo introducirán en la filosofía y lógica de convivencia. Fuera del “claro” en el que habitan los jóvenes, y siguiendo la lógica que le imparten de “Haz tu parte. No hagas daño a otro.
Nunca vayas más allá del muro.” Thomas se preguntará el porqué de su llegada ahí y alguna vía de escape. Pero no hay respuestas, o sí, pero las mismas las comenzará a buscar por sí solo atravesando esa inmensa muralla que lo separa de algo que nadie sabe qué es, pero que a través de un grupo de “valientes” que corren diariamente en el inmenso laberinto cambiante que circunda el lugar, seguramente está.
La división entre los jóvenes, que se identifica con la tarea asignada, será lo que luego genere cierto “motín” ya que el más nuevo, el recién llegado, comenzará a abrirle los ojos a aquellos que hace tiempo están aislados y que nunca han podido pensar por sí mismos. Enfrentado a Thomas se encontrará Gally (Will Poulter), alguien tan irracional y empecinado en seguir reglas que nunca llegará a comprender la visita del primero como una posibilidad de cambiar su presente para así poder salir a la vida real.
La película, dirigida por Wes Ball, profundiza sobre las relaciones humanas que penden de un hilo principalmente en situaciones extremas y se apoya en escenas de gran impacto visual para lograr sostener una narración que, de un planteo simple y ya visto en sagas juveniles anteriores, hace un discurso verosímil y concreto. La nostalgia que impera en toda la cinta es también posible gracias al espíritu aventurero de “Maze Runner…”, porque en el tratar de encontrar una salida a la opresión del presente, corriendo a través de los oscuros pasillos de los laberintos se arma una épica dinámica y ágil.
En el laberinto está lo oculto, lo que no se dice, lo que justamente en su ausencia mantiene el sentido de las reglas iniciales, abriendo el juego a un estadio onírico en el que la empatía con los jóvenes hace que todos queramos escapar con ellos. Entretenida. Una sorpresa.