Matrix 4: Resurrecciones

Crítica de Denise Pieniazek - Puesta en escena

The Matrix (1999 Lana y Lilly Wachowski) la cual posee una relación intertextual directa (por no decir de plagio, como el diseño de créditos) con el anime, basado en el manga homónimo de 1989, Ghost in the Shell (1995) del cual toma varios elementos tanto estéticos como narrativos, aunque realiza su principal cambio respecto del esquema actancial. Luego de casi 20 años en que parecía completa la trilogía integrada por las secuelas The Matrix Revolutions y The Matrix Reloaded (2003), y esta vez dirigida solo por una de las hermanas, Lana Wachowski, se ha estrenado The Matrix Resurrections.

Adentrémonos en este cuarto filme del futuro distópico que plantea The Matrix perteneciente al subgénero de ciencia ficción llamado cyberpunk. A simple vista esta secuela parece una fusión pochoclera entre The Truman Show y Terminator, pero ahondando en el análisis lo cierto es que es la metadiscursidvidad constante, es decir una película que reflexiona sobre sí misma y sobre la saga. Este mero capricho de la directora, a diferencia que los filmes pretenciosos del 2003, es más honesto. La película al igual que el concepto de Matrix, simula ser algo nuevo, cuando en realidad lo que pretende hacer es reflexionar sobre la industria audiovisual actual. Por ejemplo, velozmente plantea que el cine está contando las mismas historias una y otra vez (algo que ya exponía Godard en El libro de Imagen) pero, aunque su tono es de crítica lo cierto es que ella está siendo parte de esa circularidad con esta entrega.

También se explicita el concepto de la franquicia a la que dio lugar la saga, desde historietas hasta videojuegos, pues Thomas/Neo es ahora en la Matrix un diseñador de videojuegos. En este sentido, las ideas más fuertes de la primera Matrix son reforzadas aquí (a diferencia de la falta de lógica interna de las otras dos secuelas), para volver a traer la filosofía de Baudrillard respecto de que la vida posmoderna es comercializada e impulsada por los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. En esa empresa de videojuegos se deslizan frases como “mantenemos a los jóvenes entretenidos” o “las ideas son lo nuevo sexy” bajo un enorme cartel para el ojo observador que explicita que todo eso es en realidad Deus ex Machine, al igual que el café de encuentro entre Neo y Trinity/Tiffany se llame Simulacro, o un gato llamado Deja Vu. En dicho sentido, uno de los aspectos más interesantes de la película es el concepto de pensar la memoria como ficción.

En conclusión, para quien escribe que no es para nada fan de la saga, la película se sostiene sólo si la vemos como una excusa metadiscursiva que tiene ganas de reírse de sí misma, quizás a algunos fans les moleste esto. Aquí se considera eso su mayor y sincero acierto. Aunque hay que admitir que fastidia un poco que, a tono con la corrección política actual, se encarne un feminismo demodé representado en el personaje de Trinity, quien ahora deberá revelarse frente a un marido violento. Del mismo modo, hay un nuevo y más joven Morpheus que viste excéntrico y parece pertenecer a lo queer, lo no normativo…