Mariposas negras

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Es verdad, aunque usted no lo crea

Muestra el efecto de las radiaciones electromagnéticas, que pueden ocasionar enfermedades.

Las radiaciones electromagnéticas pueden ocasionar enfermedades mortales. Los vecinos de Berazategui bien que lo saben. Desde hace décadas vienen bregando contra la instalación de una subestación eléctrica donde estaba la fábrica Rigolleau.

Los testimonios de vecinos son más que elocuentes, y además de ellos, se muestra a un entendido con un dispositivo en mano, medir las radiaciones en, por ejemplo, la Subestación Eléctrica de Agronomía. Sí, la que está en Nazca y Beiró. En la calle, en algunos puntos, son seis veces superiores a lo permitido.

Mariposas negras tiene más valor por lo que cuenta -el hecho aberrante, la desidia ante el reclamo, la represión que sufren- que por cómo se lo cuenta. La realizadora Lorena Riposati se recuesta, demasiado en un comienzo, en una vecina que podríamos tildar de líder del movimiento, para luego, sí, abrir el juego y ramificar los motivos de la legítima protesta. Hay 170 muertos y más de cien enfermos, muchos de ellos por cáncer, y muchos niños con leucemia infantil.

Tampoco ayuda la animación digital de las mariposas negras del título, un toque artístico que sirve como metáfora. Pero que si la primera vez que se las ve -cuando arranca el filme con una niñita correteando y tratando de agarrarla- ya aleja al espectador, el abuso en su uso no suma sino que distancia.

La fuerza de los testimonios suenan como una alerta. El Encuentro de Barrios Irradiados, realizado en Córdoba, no hace más que manifestar la indefensión que tiene la gente frente a los avances que serían en servicio público, pero que claramente, no lo son.