María Luisa Bemberg: El eco de mi voz

Crítica de Denise Pieniazek - Metacultura

La mujer detrás de la cámara

Exactamente en el día del centenario del natalicio de la talentosa y audaz cineasta María Luisa Bemberg tiene su estreno comercial el documental María Luisa Bemberg: El Eco de mi Voz (2021), que representa un sentido y necesario homenaje hacia la artista. El largometraje, escrito y dirigido por Alejandro Maci (El Impostor, Los que Aman, Odian), quien inició su carrera cinematográfica con la mismísima Bemberg, ya había sido exhibido recientemente en la 50ª edición del Festival Internacional de Rotterdam y en la 36ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en la sección Retratos: Documentales de Artistas.

María Luisa Bemberg: El Eco de mi Voz logra capturar, tal como su título lo indica, la voz y la mirada de una de las realizadoras más valientes, audaces, singulares y creativas del cine argentino, e incluso mundial. El lugar notable que posee Bemberg dentro de la historia del cine argentino se potencia si se considera el gesto corajudo que implicaba en aquel entonces que una mujer comience a participar de un espacio tradicionalmente ocupado por hombres, y no sólo desde la dirección sino también desde la escritura de sus propios guiones, los cuales se preocupaban por exponer una nueva mirada del mundo, de “hablar a partir de nosotras mismas”, que era algo que para ella estaba ausente en el cine nacional, así como también le otorgó vital importancia a la presencia femenina dentro del equipo técnico del arte audiovisual. En palabras de su frecuente productora Lita Stantic, “te lo decían en la cara: el cine no es para mujeres”. En el documental, Bemberg expone en primera persona que por dicha razón fue fundamental para ella ver que en otros países del mundo había directoras mujeres como Agnès Varda que eran capaces de realizar películas como La Felicidad (Le Bonheur, 1965).

Al escribir los guiones de Crónica de una Señora (1971) y Triángulo de Cuatro (1975), percibió que, durante el pasaje del texto a la realización fílmica a cargo de una dirección de óptica masculina y patriarcal, el resultado carecía de los ideales con perspectiva de género que ella deseaba transmitir. Al respecto, María Luisa Bemberg: El Eco de mi Voz logra notablemente exponer con unidad todas las aristas de la personalidad de Bemberg, su talento, su brillantez intelectual, su mirada hermenéutica de la sociedad y su ideología feminista. Recordemos que en 1970, junto con Gabriela Christeller, ella fundó la Unión Feminista Argentina (UFA). Por dicha razón, Bemberg sabía dónde colocar las preguntas, los interrogantes para hacer tambalear los “códigos que maniataron a las mujeres intelectualmente y sexualmente”, y era consciente de la responsabilidad colectiva que implicaba su rol como mujer-artista y su incursión en el cine: “si yo me equivocaba, me equivocaba por todas”. Entonces, iniciando su carrera cinematográfica a los 59 años, María Luisa Bemberg propuso en sus seis largometrajes como directora –Momentos (1981), Señora de Nadie (1982), Camila (1984), Miss Mary (1986), Yo, la Peor de Todas (1990) y De eso no se Habla (1993)- protagonistas mujeres que se oponían a los ideales de domesticidad de la época, personajes marginales y en conflicto retratados con franqueza y un fresco realismo en sus finales que se diferencian del “happy end” tradicional. De tal modo, Bemberg logró a través de sus personajes la identificación no sólo de quien estaba detrás de la cámara, sino también del público del otro lado de la pantalla.

María Luisa Bemberg: El Eco de mi Voz es un documental dinámico e interesante tanto para quienes conocen la obra de Bemberg como para que las nuevas generaciones despierten su curiosidad por la artista. El director Alejandro Maci trabajó con Bemberg durante una década y en la etapa final de su vida (cuando se encontraban realizando una transposición de El Impostor, cuento de Silvina Ocampo) grabaron una serie de conversaciones que con respeto e intimidad exponen sus ideales adelantados a la época, que aun hoy resultan más que significativos y brillantes. En consecuencia, el largometraje ofrece, a través de un logrado montaje y de la yuxtaposición de material de archivo, un repaso por su filmografía, grabaciones personales y entrevistas con figuras que trabajaron con la realizadora, como las actrices Graciela Borges y Susú Pecoraro, la productora Lita Stantic, el director y guionista Jorge Goldenberg, el director de fotografía Chango Monti y el actor Imanol Arias. Sin dudas el documental invita a posteriormente repasar (o descubrir) toda la filmografía de María Luisa Bemberg, desde sus cortometrajes –El Mundo de la Mujer (1972) y Juguetes (1978)- hasta su último largometraje, los cuales representan un gran legado que merece ser revisitado constantemente debido a una capacidad de transgresión que atacó a las instituciones familiares y educativas, a la iglesia y a cada poder de turno y en más de una ocasión la llevó a padecer la censura. Porque al cine de Bemberg le preocupaba representar “la libertad, que nada exterior llegue a mandar en uno”.