Maremoto

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Cine catástrofe noruego ejecutado con solvencia y respeto por las reglas del género. Eso es Maremoto, una película que, además de mantener el suspenso, denuncia el negocio del petróleo, una de las principales causas de la contaminación de los océanos, del cambio climático y, por lo tanto, de las distintas represalias de la naturaleza.

Dirigida por John Andreas Andersen, Maremoto muestra el derrumbe de una plataforma petrolífera en el Mar del Norte, costa de Noruega, y cómo los encargados descubren que se debe a una grieta en el fondo del mar, que hizo lo mismo hace miles de años y que ahora se repite por las perforaciones que se hacen desde las plataformas.

Al comienzo se muestra una grabación de video en la que uno de los encargados de la empresa, William (Bjørn Floberg), expresa cierto arrepentimiento por las consecuencias trágicas del trabajo en la plataforma.

Luego, la película se encarga de presentar a los personajes principales: Sofia (Kristine Kujath Thorp) y Stian (Henrik Bjelland), de mostrar la vida que llevan juntos y de introducir al personaje de Odín (Nils Elias Olsen), el hijo de Stian, como si estuviera preparando la sensibilidad del espectador para justificar la emoción del final.

Sofia se entrena en una base dedicada a la robótica en alta mar, con unos aparatos diseñados para filmar bajo el agua. El amigo y compañero de trabajo Arthur (Rolf Kristian Larsen) es un experto en la técnica y la película lo muestra como alguien muy querido por la protagonista.

Los efectos especiales están dosificados con prudencia, mientras se desarrolla la tensión que se genera en la empresa cuando empiezan a surgir las primeras grietas en el fondo del mar.

Apoyada en el género catastrofista, el filme tiene una seguidilla de lugares comunes desarrollados con pulso, sin pretender hacer nada novedoso ni nada que se salga de la fórmula del subgénero. Un elemento importante es el surgimiento de un héroe, en este caso una heroína, Sofia, quien se involucra hasta el último para salvar a su compañero Stian, quien queda atrapado cuando el maremoto derriba la plataforma más grande del Mar del Norte.

La película tiene que tener necesariamente una heroína que se vea sumida en una situación de vida o muerte junto con otros personajes para crear más suspenso, algo que el director logra a su manera.

Lo que le juega en contra a Maremoto es que es muy específica, tanto en el lenguaje técnico que maneja como en el tema que plantea. En cambio, lo que sí es universal y entendible es el drama que viven los personajes. Y, por supuesto, la denuncia a la industria petrolera, que se puede hacer extensiva a otras industrias.