Maravilloso desastre

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

RELACIONES MUY POCO PELIGROSAS

En 1999 el director Roger Kumble estrenaba Juegos sexuales, adaptación filtrada por la estética del MTV noventoso de la novela Les liaisons dangereuses de Pierre Choderlos de Laclos, con la presencia de las figuritas candentes y juveniles: Sarah Michelle Gellar, Ryan Phillippe y Reese Witherspoon. Tres años después aprovechaba el post Loco por Mary con la escatológica La cosa más dulce, protagonizada por Cameron Diaz, Christina Applegate y Selma Blair. Ambas películas, bastante exitosas, eran también el ejemplo de un cine del ahora, con estéticas muy actualizadas y las figuras del momento. Pasaron veinte años y la carrera de Kumble perdió esa centralidad, aunque a punto de cumplir los 57 parece querer mantenerse en ese lugar de cineasta que dialoga con la generación de jóvenes espectadores. Maravilloso desastre, desde su elenco y sus tonos, quiere ser otra muestra de esa búsqueda incesante de juventud. Y es una mezcla de la utilización de jóvenes candentes de la primera con el humor sexual e incorrecto de la segunda. Pero nada de eso funciona, y ni siquiera vuelve a reproducirse con la gracia -si la tenía- de aquellas.

Abby (Virginia Gardner) es una joven que quiere dejar atrás el vínculo con su padre, quien le enseñó desde muy chica a jugar al póker y la convirtió en una suerte de prodigio de ese juego. Ella quiere estudiar en la universidad, ser alguien. Travis (Dylan Sprouse) es un joven aventurero que hace dinero peleando a puño sangrante en clubes nocturnos. No se saben muy bien qué quiere, o si quiere algo, pero lo que sí es seguro es que se enamoró de Abby y hará todo lo posible para conseguir su amor. Amor consensuado, obvio, como es norma en este cine actual donde la provocación encuentra los límites de los discursos de época. Porque Maravilloso desastre, a partir de las constantes parrafadas de ella sobre Travis y todos los hombres del universo, pretende tener esa aire superado, y muy generacional, de personajes que se las saben todas y suponen estar construyendo nuevos tipos de vínculos, más sexuales y menos pensados desde la pertenencia de la vida en pareja. Que si son con el nivel de histeria que manifiestan Abby y Travis, mejor volvamos a las fuentes.

Maravilloso desastre es canchera y quiere convertir a sus dos protagonistas en una suerte de fuerza de la naturaleza, que destrozan un baño de hotel mientras garchan. Pero todo huele a impostura, a provocación marketinera, bien fotografiada y vestida (o desvestida) para la ocasión. Hasta los chistes sexuales lucen poco convencidos y todo se sostiene dentro del terreno de lo soportable gracias al carisma de Gardner y Sprouse. Maravilloso desastre va saltando de tonos y registros un poco fallidamente, pero lo peor llega sobre el final cuando saca de la galera una situación dramática excesivamente remarcada, porque si hay algo en lo que se especializa esta generación es en agotar las posibilidades de la comedia y el romance en pos del dramatismo agobiante. De ahí el éxito de dramas sobre enfermedades como Bajo la misma estrella o A dos metros de ti. Porque nada debe ser lo suficientemente ligero y solo aquello que nos hace padecer tiene su valor. Al final hay una versión bajas calorías de la secuencia de créditos de ¿Qué pasó ayer?, con fotos de una fiestonga en Las Vegas más cercana a un pelotero.