Maligno

Crítica de Santiago García - Leer Cine

El juego del miedo (Saw, 2004) y El conjuro (The Conjuring, 2013) convirtieron a James Wan en uno de los grandes realizadores de cine de terror contemporáneos. No fue su único vínculo con el terror, pero esas son dos películas que marcaron al género. Lamentablemente la multiplicación de secuelas, algunas buenas, algunas malas, hace que se pierda un poco el legado del realizador. Wan también pasó por la saga de Rápidos y furiosos, dirigiendo el film siete con notable oficio y fue el elegido para desaparecer como auto al quedar tras las cámaras dirigiendo las películas de Aquaman. Maligno (Malignant, 2021) es su nuevo propuesta dentro nuevamente del cine de terror.

Madison (Annabelle Wallis) está embarazada y vive en Seattle junto a su pareja (Jake Abel), un hombre golpeador. Una noche, en medio de una violenta discusión él la ataca, golpeando su cabeza contra la pared. A partir de allí Madison comienza a tener visiones de crímenes horribles, particularmente sangrientos. Esas visiones son crímenes que ocurren en la realidad, por lo que Madison tiene una información que la convierte en una posible sospechosa. Nadie puede entender lo que realmente pasa, ni Madison misma. Tal vez algo en su pasado pueda explicar estos eventos. Los espectadores sabemos que es así por el prólogo de la película.

James Wan tiene talento y eso se ve en la resolución de muchas escenas. Hay buenas ideas y momentos logrados, muy por encima del promedio. Pero a la vez, Wan hace algo que va en dirección contraria a sus mejores films, se lanza demasiados efectos visuales, es decir aquellos que se hacen con post producción, y no en rodaje. Los combina con los efectos especiales, claro, pero terminan ganando la batalla los primeros. El problema es que el abuso de este recurso vuelve inverosímil el esfuerzo por volver reales las escenas.

La historia es un disparate de antología, pero cuando una película está lograda, los disparates los compramos sin dudar ni un segundo. Una buena dosis de sangre y asesinatos violentos renuevan el cariño de James Wan por el gore, pero una vez más, lo digital le gana a los físico y le quita impacto.