Malicious: En el vientre del diablo

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

El juego de los duplicados

Con Malicious (2018) sucede algo similar a lo que acontecía en ocasión de Demonio de Medianoche (The Midnight Man, 2016), aquella remake a cargo de Travis Zariwny de un ignoto opus irlandés de 2013, ya que en esta oportunidad hablamos de la que podemos definir como la mejor película del director de turno, Michael Winnick, un señor que -al igual que Zariwny, precisamente- se ha pasado casi toda su carrera filmando productos lamentables dentro del marco de diversos géneros como la ciencia ficción, la comedia, el thriller, la acción y el propio terror; panorama que por lo menos nos permite recalcar el buen nivel relativo de la comarca del pánico y los sustos durante nuestros días porque hasta obras mediocres y muy derivativas como las presentes pueden esquivar el campo de lo insalvable gracias a que el sustrato cualitativo promedio del horror viene mejorando mucho.

El film, también escrito por Winnick, combina tres fórmulas paradigmáticas del género de una manera más o menos armoniosa y complementaria: tenemos una pareja, conformada por Adam Pierce (Josh Stewart) y su esposa embarazada Lisa (Bojana Novakovic), que dentro del contexto de una mudanza a una flamante casa (primera premisa), producto del nuevo trabajo que consigue Adam como profesor de matemáticas, padece el acoso de una sádica entidad fantasmal (segunda premisa) que está detrás de su bebé nonato (tercera premisa). Aquí todo en esencia se desencadena cuando la hermosa hermana menor de Lisa, la neohippie light y bobalicona Becky (Melissa Bolona), les envía una “caja de fertilidad” símil urna, la mujer la abre y poco tiempo después sufre un aborto espontáneo y termina sin posibilidad de volver a tener hijos, hecho que provoca la llegada de Becky al hogar del dúo.

Considerando que Winnick hasta recurre al antiguo ardid del “experto” reglamentario, ahora el Doctor Clark (un reaparecido Delroy Lindo), un matemático ciego y especialista en parapsicología e investigaciones esotéricas que ofrecerá su saber a los protagonistas cuando el espíritu en cuestión empiece a ponerse un tanto agresivo y a jugar con los sentidos de los susodichos para engañarlos sirviéndose de sus deseos reprimidos, lo cierto es que la propuesta entretiene con bastante dignidad dentro de los límites de la habitual catarata de clichés de las casas embrujadas y el hostigamiento cortesía del “más allá”. Asimismo se agradece que la entidad sea tan polirubro y base su accionar en el asesinato de bebés nonatos y la posesión de sus almas para comenzar un ciclo de dolor sustentado en la libido y la construcción de duplicados tenebrosos de las víctimas y sus allegados de ayer y hoy.

El realizador cae en una medianía que podría haber sido en verdad desastrosa garantizando buenas actuaciones de Stewart y Novakovic, sexualizando a los personajes, remarcando el trasfondo incestuoso y suicida del relato y edificando un desarrollo ameno en el que al acecho prototípico y las grabaciones en cuartos vacíos para captar la voz del fantasma se suman algunos desnudos y una buena tanda de angustia homicida intra familiar. A pesar de que continúa siendo penoso que las distribuidoras latinoamericanas se la pasen comprando películas accesorias y de medio pelo para ser estrenadas en el circuito comercial tradicional y obvien opus muy interesantes como Mandy (2018), Verano del 84 (Summer of 84, 2018), Upgrade (2018), Unsane (2018) o Thoroughbreds (2017), Malicious aunque sea no es uno de esos clásicos mamarrachos insufribles a los que los “dealers del cine” son tan adeptos…