Madres paralelas

Crítica de Rolando Gallego - LúdicoNews

A pesar de contar con una vasta trayectoria y conocer como nadie la narrativa cinematográfica, el director manchego continúa explorando el soporte impulsando relatos en donde brilla por su lucidez e inteligencia.

Pasado y presente dialogan en “Madres Paralelas”, nueva realización de Pedro Almódovar, que indaga en el universo femenino, por un lado, y en el pasado oscuro de España, por el otro. Dos relatos imbricados a partir de la historia de Janis (Penélope Cruz) una mujer independiente, profesional, que tras conocer a Ana (Milena Smit), en la clínica en donde ambas darán a luz, hurgará, a partir de una sospecha, sobre la verdadera identidad de su hija.

Justamente la identidad es el gran tema del relato, que valiéndose de herramientas propias del melodrama, pero también de la historia, profundiza sobre el vínculo entre ambas mujeres y sobre cómo el dolor de las pérdidas, y la necesidad por recuperar la identidad y cuerpos de sus antecesores, potencian una narrativa bien acorde a la filmografía del director.

En el medio mujeres que desean dejar de postergar sus carreras, “nada me impide soñar”, dice por ahí Teresa (Aitana Sánchez Gijón), jóvenes que realizan tareas desde la inexperiencia, o mujeres poderosas (Rossy de Palma) que deambulan en la vida de Janis, marcando a fuego sus pasos.

Homenajes a Michelangelo Antonioni y hasta la emulación de imágenes de su propia cinematografía, como cuando Janis se arregla para recibir al padre de su hija, calcando el plano de Kika, donde la empleada doméstica se miraba al espejo, configuran un universo personalísimo y esperable de Almodóvar.

En la recuperación de la identidad colectiva que impulsa Janis en su pueblo, pero también en la determinación del verdadero origen de su hija, “Madres Paralelas”, escapando a lugares comunes, incomoda hablando de la fragilidad de los cuerpos, de la constante violación a los derechos de la mujer y soberanía de sus cuerpos, y de la idea del recuerdo como base fundante de una sociedad y comunidad.

Almodóvar cierra con una frase de Eduardo Galeano su relato, y en esa elección, precisa, contundente, se termina por configurar el universo de una historia de mujeres deseantes y deseosas, de luchas y conquistas, pero también sobre la indeterminación infinita y la concreción de sueños.