¡Madre!

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

La poesía y la vida

Desde su primer largometraje, Pi (1998), el realizador norteamericano Darren Aronofsky (Black Swan, 2010) ha demostrado una capacidad para sorprender a los espectadores desde distintos puntos de vista a través de la dirección, la mezcla de sonido y la utilización de la cámara, por nombrar algunas características que definen los rasgos destacables de una filmografía maravillosa definida por su visión poética y oscura de la naturaleza humana.

En ¡Madre! (Mother!, 2017) Aronofsky retoma el carácter teológico de su tercer largometraje, La Fuente de la Vida (The Fountain, 2006) un film sobre un científico que busca curar de cáncer a su esposa enferma, para ir un paso más allá en una reelaboración bíblica con diferentes aproximaciones que permiten establecer distintos puntos de análisis a partir del eje conceptual que se profundice.

En una casa en medio de un bosque un matrimonio convive solitariamente hasta que la llegada de un fanático (Ed Harris) de la obra poética del hombre (Javier Bardem) busca consuelo en su hogar ante la inminencia de la muerte a pesar de la oposición de la mujer (Jennifer Lawrence). El acontecimiento parece presagiar terribles sucesos por venir y desencadena una vertiginosa serie de eventos que terminan en la perdida absoluta de privacidad e intimidad.

A simple vista el guión parece una alegoría sobre el génesis bíblico a través de la historia de Adán y Eva, sus hijos Caín y Abel para recorrer aceleradamente el antiguo testamento hasta llegar al nacimiento y la muerte del hijo de Dios con la introducción de la figura materna, desterrada de la mitología monoteísta occidental. Este cambio coloca a Dios como un creador poeta, imagen común en el arte, que crea el mundo y la vida y le da un propósito a la misma pero propone a la madre como el hogar, la naturaleza, que reconstruye desde las cenizas para dar cobijo e inspiración al creador en su proceso creativo. La imagen de la madre como dadora y garante de la vida es una imagen poderosa, presente en las religiones politeístas y panteístas, previas anteriores a la imposición del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, que busca aquí crear una contradicción al interior de las religiones monoteístas actuales desde un punto de vista filosófico y teológico. Así el film hace alusión por ejemplo al mito del eterno retorno, a los símbolos de la madre como la naturaleza, al dios poeta creador, al hombre como lobo del hombre, al apocalipsis como destrucción, entre algunas de las menciones que Aronofsky propone en su compleja obra.

Por otro lado, desde un punto de vista de las relaciones humanas, ¡Madre! presenta un relato sobre el abuso de parte de un hombre del amor incondicional y la entrega de una mujer que busca formas de aproximarse al corazón del talentoso hombre que ama y admira, pero también narra la locura y la destrucción que acechan detrás del fanatismo, la envidia, la soberbia y todos los males que la creación y la vida son capaces de desatar. Ya sea desde este punto de vista o desde una perspectiva histórica, teológica o filosófica Aronofsky pone de manifiesto la bajeza humana y los límites del amor en todo su esplendor en un opus desesperanzador hasta el sinsentido y la enajenación.

Desde lo formal el director de Réquiem para un Sueño (Requiem for a Dream, 2000) crea una obra innovadora influida de la cinematografía desenfrenada de Pier Paolo Pasolini (Il Decameron, 1971) y la sutileza surrealista de Luis Buñuel (El Fantasma de la Libertad, 1974) que destaca por su mezcla de sonido que busca descolocar al espectador y ponerlo en el lugar de la madre que sufre y debe medicarse para soportar el peso del hogar que sostiene sola. La fotografía a cargo de Matthew Libatique (Noah, 2014) marca los primeros planos con un carácter desgarrador y vehemente resaltando las extraordinarias actuaciones de un elenco estupendo compuesto por una Jennifer Lawrence realmente desoladora y asfixiante, un Javier Bardem completamente templado, un Ed Harris trastornado y una Michelle Pfeiffer punzante.

¡Madre! profundiza así la provocación teológica de La Fuente de la Vida para llevarla hasta los límites de lo artísticamente tolerable por la industria cinematográfica actual y ciertamente mucho más allá de lo teológicamente tolerable por los fanáticos y dogmáticos de distinta índole, ahondando en los padecimientos de una madre naturaleza abusada sin la cual la vida no sería posible en una película tan ambiciosa como extraordinaria. Pero el film también es una crítica sobre las contradicciones de la vida, el amor no correspondido, la adoración y el abuso marcando de esta manera la verdadera función transformadora y provocadora del arte como medio para proponer nuevos horizontes y destruir los escenarios dispuestos para entretener inocuamente sin cuestionar las visiones del mundo impuestas desde el olimpo del capital.