¡Madre!

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Alegoría que se hunde bajo su peso

Difícil que alguien quede indiferente ante una propuesta tan extrema e impactante como ¡Madre! El propio director habló de "película punk" y hasta la campaña de marketing se basó en el cisma generado entre quienes la consideran poco menos que una obra maestra y aquellos que la detestan. La grieta cinematográfica. Es que casi que no hay término medio posible ante un film de semejante crudeza.

La primera mitad de ¡Madre! trabaja sobre tópicos bastante transitados como el de la invasión a la privacidad (unos extraños que llegan a un hogar y van convirtiéndose en una presencia cada vez más perturbadora para los dueños de casa), el bloqueo creativo de un escritor (Javier Bardem) con una esposa sacrificada que además podría funcionar como musa inspiradora (Jennifer Lawrence), y la tentación (y los riesgos) de la celebridad y la fama.

El problema es que tras ese inicio inquietante el film -construido íntegramente dentro de una casona ubicada en un paraje rural- cede a la tentación de la alegoría, el simbolismo religioso, el mensaje grandilocuente y la moraleja subrayada. El director de Pi, El luchador y El cisne negro apela a la pirotecnia visual, al sensacionalismo, a la bajada de línea, a referencias obvias (El bebé de Rosemary, El resplandor) y en varios momentos incluso al golpe bajo con picos de sadismo que tienen a Lawrence, sometida a un tour-de-force de primeros planos siempre en situaciones terribles, como dueña del punto de vista y como víctima principal.