Ma

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Tate Taylor incursiona en el cine de género asociado a una de sus actrices predilectas, Octavia Spencer en “MA” (2019), un tenso relato que fusiona películas como “Misery” y “Audition” aggiornandolas para millenials sobre la base de una venganza de un pasado que regresa en forma de furia y descontrol.
Son pocas las oportunidades que el cine de género sorprende, y si lo hace, en muchas oportunidades es por reiterar formatos y estereotipos que ya fueron utilizados con buen resultado anteriormente y que en la actualización pueden acercar a nuevas audiencias a las salas. Taylor apela al recuerdo y la evocación justamente de otros relatos para desarrollar la historia de un grupo de jóvenes que en el desafío de “entretenerse” conocen a Sue Ann (Spencer) una asistente de veterinaria que mantiene un estilo de vida bastante particular hasta que en alianza con éstos y en la posibilidad de ser “tenida en cuenta” reconsiderará gran parte de su pasado y su futuro.
En el primer encuentro entre el grupo y la mujer ya se establece la dinámica que acompañará a toda la historia, una suerte de “amo y esclavo” hasta la resolución final en donde uno de los grupos debe tomar el control absoluto. De obsesiones habla “MA”, de una mujer con un pasado doloroso que justifica su accionar a través de la solidaridad con los jóvenes para cumplir con un objetivo, su reivindicación ante sus compañeros de antaño.
La obsesión comienza como algo gracioso, acercándose a “The Cable Guy”, esa sórdida comedia negra en la que Jim Carrey acosaba a Mathew Broderick para convertirse en su mejor amigo aún ante la negativa del otro.
Acá la utilización del flashback como recurso para configurar el presente de la mujer permite, además, avanzar en la particularidad de un deseo amoroso y pasional negado, el que, en el presente del relato podrá confrontarse con la bondad que en apariencia Sue Ann quiere ofrecer. El relato sorprende porque no es que se resuelva la confrontación rápidamente, al contrario, Taylor desarrolla cada uno de los personajes con un tempo narrativo laxo, tal vez para ir configurando las características diferenciales de cada uno y el contraste con Ma, como luego comenzarán a nombrar a Sue Ann.
El alcohol como punto de partida de un vínculo que sabemos que rápidamente se quebrará, permite, además, la conformación de un universo establecido en un pueblo, con aquello de “pueblo chico…” en donde el regreso de una “hija prodiga” (Juliette Lewis) y Maggie (su hija) termina por configurar una tensa historia de venganza, que si bien resuelve precipitadamente su desenlace, ofrece uno de los personajes icónicos que permanecerá en el recuerdo de los fanáticos del género.