Luna: una fábula siciliana

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Lo etéreo en lo real

La tarea que se proponen los realizadores y guionistas Fabio Grassadonia y Antonio Piazza en Luna: Una Fábula Siciliana (Sicilian Ghost Story, 2017) no es precisamente fácil: en esencia pretenden construir un retrato de tono preciosista, sensible y meditabundo de uno de los crímenes más siniestros perpetrados por la mafia siciliana, el secuestro y homicidio de Giuseppe Di Matteo, el hijo de 11 años de Santino Di Matteo, un ex miembro de la Cosa Nostra que en 1993 cayó preso y se transformó en un “arrepentido” -léase testigo para la fiscalía- en el caso del asesinato en 1992 del juez antimafia Giovanni Falcone. Desde ya que sus antiguos socios no vieron con buenos ojos que comenzara a desembuchar detalles varios de la poderosa organización, por ello mismo decidieron hacérselo saber raptando a su primogénito y amenazándolo con matarlo si seguía colaborando con el gobierno italiano.

Para trabajar el tema, Grassadonia y Piazza optaron por la introducción de un personaje ficcional y una historia romántica centrada en el vínculo entre el joven Giuseppe (Gaetano Fernández) y la también adolescente Luna (Julia Jedlikowska), ambos compañeros de colegio en un pequeño pueblo siciliano rodeado por un bosque. Un día Giuseppe deja de asistir a la escuela, circunstancia que sólo despierta preocupación en Luna ya que el resto de los habitantes del lugar sucumben en la indiferencia, el silencio o ese negacionismo típico de los adultos más necios y cobardes. A medida que se incrementa la inquietud de la niña, quien comienza a experimentar visiones sobre el padecimiento de Giuseppe y su amor platónico para con el muchacho, de a poco vamos descubriendo los detalles de la captura y un cautiverio cuyas condiciones se agravan sistemáticamente durante los meses venideros.

El film, gracias a su sutileza, termina siendo un experimento tierno e interesante que requiere de toda la paciencia y atención posibles del espectador, principalmente debido a que el desarrollo narrativo es muy lento y está apuntalado en la esplendorosa fotografía de Luca Bigazzi, un profesional conocido por sus trabajos con Paolo Sorrentino. Como decíamos antes, el pulso en general está vinculado con la amalgama de lo onírico/ etéreo y el realismo sucio más doloroso, el que involucra maltrato contra un pequeño; lo que asimismo nos lleva a uno de los terrenos predilectos del séptimo arte desde siempre, el de la “lectura infantil” en torno al mundo de los adultos, algo así como un proceso de apertura, descubrimiento, angustia y triste adecuación en el que estallan buena parte de las certezas acumuladas a la fecha y se desvanecen las concepciones más idealistas del devenir social.

Hay que concederles a los directores el mérito de describir a rasgos generales los hechos sin maquillaje y a pesar de ello tener la templanza suficiente para tratar de buscar un sustrato de poesía en medio de esta industria de la muerte mafiosa (la cual, por cierto, no es más que otro brazo del capitalismo genocida y hambreador de siempre), y lo mismo se podría decir de lo bien que está incorporado a la historia el personaje de Jedlikowska, una suerte de “testigo anímica” de lo sucedido, atormentada tanto por la desaparición en sí como por la inoperancia de todas las figuras de autoridad que la circundan (padres, profesores, la propia policía, etc.). Otro punto positivo pasa por la decisión de enfatizar el encantador lazo de Luna con su mejor amiga Loredana (Corinne Musallari), en términos prácticos la única que la acompaña en su pesquisa en pos de Giuseppe. Ahora bien, lamentablemente Grassadonia y Piazza al mismo tiempo se muestran demasiado propensos a alargar sin necesidad las situaciones y a caer en ciertas redundancias conceptuales -a nivel de las metáforas- en especial en el último tramo del metraje, cuando el horror se asoma de manera ominosa ya sin alicientes. A diferencia de las alegorías fantásticas/ históricas/ agridulces del enorme Guillermo del Toro, aquí el relato a veces se siente con pocas ideas y sin la imaginación que prometía en un principio. Incluso así, Luna: Una Fábula Siciliana es un film atrapante y por momentos hipnótico, capaz de combatir la crueldad con un amor de acento místico…