Luna de miel en familia

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Románticas vacaciones en África

La pareja Sandler y Barrymore retorna luego de varios años al género que mejor les calza: la comedia. Pero decir comedia implica abarcar un montón de vertientes dentro del género: sofisticada, familiar, demencial, grosera, romántica. En fin, como cualquier género con sus propios códigos, también la comedia es ampliamente democrática en sus intenciones.

Años atrás Sandler fue un gran comediante, por ejemplo, cuando se reunió con Barrymore y dejaron un par de películas destacables, entre ellas, La mejor de mis bodas del mismo Frank Coraci, director de Luna de miel en familia. Pero eso fue hace quince años, cuando los dos estaban lejos de los cuarenta y aun había lugar para el riesgo, la mordacidad, la situación original. Pero el tiempo, tirano como siempre, fue disminuyendo el prestigio de Sandler como comediante y algo más (¡cómo se extraña su curioso papel en Embriagado de amor de Paul Thomas Anderson!), en tanto, la ex niña prodigio Barrymore se convirtió en uno de los ángeles de Charlie con tal de sobrevivir en Hollywood. Luna de miel en familia es otra película de crisis dentro de la tan elogiada "nueva comedia americana" surgida hace dos décadas. El planteo del comienzo es atractivo: el viudo Jim y la divorciada Lauren tienen una primera cita a ciegas digna de olvidar y ambos, por separado, deciden irse al África pero no solos sino con los cinco hijos que suman entre ambos. Acá aparece otro problema de la comedia norteamericana de estos días: mostrar ese paisaje a descubrir como si fuera una postal turística (ay, esos planos aéreos de jirafas corriendo de acá para allá). Pero el cambio más importante del género se relaciona con las familias numerosas y con un modelo conservador sobre la vida donde los hijos adquieren protagonismo –cada uno con sus problemas– y los padres pasan a segundo plano. En ese desfasaje que vive el género, la simpatía de Sandler y Barrymore pierde la partida en Luna de miel en familia, dejándole espacio a sus vástagos, como si se tratara de un jardín de infantes y adolescentes de características turísticas donde aquello legitimado y aceptado vence por afano a esa revolucionaria entelequia denominada "nueva comedia americana".