Los Tiburones

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Tras los recientes premios recibidos en prestigiosos festivales como los de San Sebastián, Sundance, Guadalajara, Toulouse y Bafici, la ópera prima de esta joven guionista y directora uruguaya se ha convertido en una de las principales revelaciones del cine latinoamericano de los últimos meses.

El film narra el derrotero de Rosina (Romina Bentancur), una chica de 14 años que vive con su familia (un poco disfuncional y en plena crisis económica) en un balneario que sufre la falta de agua y una presencia de tiburones no del todo confirmada que alerta a los integrantes de la comunidad. Mientras tanto, nuestra incansable heroína ayuda a su padre (Fabián Arenillas) en un microemprendimiento dedicado al mantenimiento de jardines y piscinas en el que uno de los empleados es Joselo (Federico Morosini), un muchacho algo más grande que ella que pronto se convertirá en su objeto de deseo y obsesión.

Tragicomedia con algunos elementos clásicos del subgénero del coming-of-age, pero con una impronta y una cadencia bien uruguayas, Los tiburones está narrada con sensibilidad y encanto en su mirada al deseo y el despertar sexual, las diferencias generacionales y la incomodidad, el desconcierto, la frustración y las pequeñas victorias íntimas de una adolescente que se siente sola, distinta e incomprendida en medio del siempre arduo camino en busca de la identidad.