Los santos de la mafia

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Los Soprano marcó un quiebre en la TV, fue una de las mejores series de la historia y los fans venían pidiendo ver más. Así que ahora lo que llega, 14 años después de la emisión del último capítulo por HBO, es una película que sirve de precuela. Y que no se centra exclusivamente en Tony Soprano, el capo de la mafia, aunque sí en su infancia y adolescencia, y en su mentor, Dickie Moltisanti.

A favor: fue coescrita por David Chase, el autor de la serie, y dirigida por Alan Taylor, que ganó un Emmy por un episodio emitido en 2007, y luego dirigió varios capítulos de Mad Men y Game of Thrones, y Thor: Un mundo oscuro.

O sea que uno puede sentarse tranquilo en la butaca porque, como decía un expresidente, no nos van a defraudar.

Y no. No lo hacen.

Algunas marcas de fábrica persisten, como el humor que aparece de la nada, lo mismo que los arranques de violencia inusitada, y la fuerte construcción de los protagonistas.

Ante todo hay que aclarar que no hace falta haber visto ningún episodio de Los Soprano. Pero también que haber visto la serie completa significará comprender mejor las características de los personajes, ciertos guiños.

La película arranca con un paneo de cámara entre lápidas de un cementerio, porque el que relata es un muerto -no vamos a spoilear quién-. La historia irá irremediablemente hacia atrás, a 1967, y nos mostrará a Tony Soprano de niño, y luego en 1971, adolescente -en esta instancia es interpretado por Michael Gandolfini, de increíble parecido con su padre James, que fue Tony en la serie-.

Pero como decíamos, no es Tony el protagonista, al menos no hasta la mitad de la proyección. Es Dickie Moltisanti (en italiano muchos santos, parafraseando el título original, que habla de “many saints”), quien maneja el negocio. Los puntos en común con el Tony de la serie son varios, y van más allá de velar por los intereses de la familia. Se hace cargo de Tony cuando John, el padre del niño, termina en prisión. Es infiel, miente, tiene temores y hasta necesita un confesor (tampoco spoilearemos nada).

Al comenzar en 1967, Chase sitúa a Dickie y a los Soprano (a Johnny, a la madre Livia y al tío de Tony, Junior -Corey Stoll, de House of Cards-) en medio de las redadas contra los negros en Nueva Jersey, con el Black Power algo más que incipiente, y marcando la rivalidad y entre la mafia ítaloamericana y la afroamericana.

De hecho, dos amigos del colegio, como Dickie y Harold McBrayer (Leslie Odom Jr., de Hamilton y Una noche en Miami, próximamente en El exorcista) terminan enfrentándose como consecuencia lógica de la disputa de algo más que pandillas.

De Tony se va intuyendo mucho de lo que se veía en la serie: primero no quiere saber nada con delinquir, aunque levante apuestas en la escuela y robe con compinches un camión de helados, y la relación con su madre (Vera Farmiga merecería hasta un spin-off).

Tampoco es que Chase se olvide de que tiene sentados en la platea primordialmente a fanáticos que devoraron el programa, pero no da por sentado nada, por lo que el espectador que llegue virgen saldrá con ganas de ver la serie.

Hay un trabajo espectacular en la reconstrucción de época, y en la banda sonora, aprovechando éxitos de antaño. Pero es en la marcación de los actores, y fundamentalmente en las miradas y en las vueltas que dan algunos personajes para decir lo que necesitan expresar donde se nota que quienes están detrás de cámara cuidan a la familia y al producto como a un hijo del que se sienten orgullosos.

Tampoco es que Chase se olvide de que tiene sentados en la platea primordialmente a fanáticos que devoraron el programa, pero no da por sentado nada, por lo que el espectador que llegue virgen saldrá con ganas de ver la serie.

Hay un trabajo espectacular en la reconstrucción de época, y en la banda sonora, aprovechando éxitos de antaño. Pero es en la marcación de los actores, y fundamentalmente en las miradas y en las vueltas que dan algunos personajes para decir lo que necesitan expresar donde se nota que quienes están detrás de cámara cuidan a la familia y al producto como a un hijo del que se sienten orgullosos.

No se sabe si habrá secuela de Los santos de la mafia. Chase señaló que tiene otras ideas alejadas de los Soprano, y que, de hacerlo, transcurriría antes que la serie y con Terence Winter, guionista de la serie, sentado escribiendo el libreto.

Que así sea, hayan hecho o no un juramento con el meñique.