Los inocentes

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

El cine de género nacional está viviendo uno de sus mejores momentos hace años. La proliferación de producciones, independientemente de la calidad de algunas y de las diferencias entre sí, ha constituido un reciente panorama esperanzador para los amantes del terror.
El caso de “Los Inocentes” (Argentina, 2016), que debuta en la dirección tras estar detrás de cámaras como productor (“Solo para dos”, “Ocho Tiros”) es para seguir de cerca, ya que no sólo logra plasmar un relato preciso con una cuidada reconstrucción de época, sino que, además, contextualiza su historia en un momento a olvidar de la historia, en la que el tráfico y la utilización de esclavos estaba a la hora del día.
Acá la narración comienza cuando un déspota y acaudalado terrateniente (Lito Cruz) castiga sin cesar a un joven negro, hermano de una de sus tantas empleadas (Maria Nela Sinisterra), quien, agobiada y sometida, y también cansada del maltrato, no puede hacer nada ante esos embates ni con los que sufre en carne propia a diario.
Cuando finalmente el joven aparece muerto, colgado en medio de un inmenso campo, la mujer del terrateniente (Beatriz Spelzini) decide que su hijo sea trasladado hacia la ciudad para evitar que continue viendo y absorbiendo la oscuridad con la que se está tiñendo “La Merceditas”, la estancia en la que habitan.
Cuando finalmente la esclava muere, al enterarse la dueña del lugar (Spelzini) que está embarazada de su marido, la venganza de ésta por sus propios padecimientos y los de su hermano, llevarán a que años después regrese y termine con todos aquellos que le hicieron daño.
Así, en una segunda etapa de la narración, “Los Inocentes” se vuelca hacia un presente en el que, al enterarse de la enfermedad de su madre, el niño al que habían enviado a la ciudad, regresa como adulto (Ludovico Di Santo), junto a su mujer (Sabrina Garciarena), para, no sólo ayudar, sino, principalmente, para tomar posesión del lugar.
Pero ante la reticencia y el odio del padre, y la sumatoria de hechos sobrenaturales que se atravesarán, principalmente por la “percepción” que la mujer (Garciarena) de Rodrigo (Di Santo) tiene, hacen que todo plan se complique cada vez más.
“Los Inocentes” es una historia de venganza, en la que, justamente, aquellos que sólo `padecieron maltratos y castigos, vuelven para liberar su enojo e ira a través de seres que pueden conectarse con ellos desde su sensibilidad.
La realización propone el acercamiento, desde la clave de género bien marcada, a un relato atrapante, que se potencia gracias a las actuaciones protagónicas, quienes se lucen, cada uno, en el rol que le ha tocado interpretar. Destaca del resto el siempre efectivo Lito Cruz, con todo su odio volcado en un personaje despreciable como aquellos que recientemente le han tocado interpretar en la TV. Mención aparte para Maria Nela Sinisterra, quien compone a su “esclava” con gran entrega, haciendo inevitable recordar a Lupita Nyong’o en “12 años de esclavitud”, por lo sentido y dolido del rol.