Los indestructibles

Crítica de Roger Koza - La Voz del Interior

Un rato en Planet Hollywood

Mientras largan los créditos suena un clásico de Thin Lizzy. El tema repite: "Los chicos están de regreso en la ciudad". De eso se trata: las leyendas del cine hollywoodense de los '80 vuelven; quizás para despedirse, homenajearse, o simplemente para dar testimonio de que todavía están para dar pelea.

En efecto, a simple vista Los indestructibles no es otra cosa que un honesto ejercicio de nostalgia y una celebración machista arcaica. Las motos, las armas, los cuchillos, el lugar de la mujer en la vida de los hombres constituyen las coordenadas de un mundo en el que Stallone es una deidad anabólica y un ícono histórico. La mirada del astro parece más cristalina; su espalda tatuada opera como testimonio. Ha pasado el tiempo.

Pero Rocky no está solo. En un pasaje, Conan y el teniente McClane, es decir, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger, se encontrarán. Los tres socios de Planet Hollywood coparán la pantalla. Es un instante documental que excede al relato.

La otra gran presencia mítica es Mickey Rourke, un tatuador motoquero, capaz de filosofar sobre la culpa y las mujeres, pero la mejor línea la pronuncia el villano del filme, Eric Roberts, a propósito del vínculo de un dictador latinoamericano (cuyo parecido con el conductor de "Aló Presidente" es ostensible) y su hija, una suerte de artista y rebelde: "Mal Shakespeare". Ella será el amor platónico de Stallone, aunque el homoerotismo del filme también se podría vincular a los sabios griegos. ¿No es Jason Statham el amor secreto del líder de los mercenarios? Jet Li, por lo pronto, no tiene familia, ¿o sí?

Aquí, todo es muy simple (e incoherente). Un grupo de mercenarios tiene una misión: derrocar a un presidente latinoamericano. Naturalmente, la CIA está en el asunto, y el negocio no puede ser otro que la venta de drogas.

Los indestructibles tiene sus apologetas. Un ataque aéreo, un dardo contra la cámara y un monólogo absurdo de Rourke, sin embargo, no alcanzan para redimir este fabuloso compendio en el que se expresa el imaginario primitivo de una nación. Y si se trata de la amistad entre hombres habrá que volver a Ford y a Hawks. Hubo un tiempo en el Hollywood fue civilizado.