Los huéspedes

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Pequeño, noble y disfrutable

No puede decirse que Los huéspedes sea una película excepcional, pero teniendo en cuenta los últimos desatinos de M. Night Shyamalan (El fin de los tiempos, El último maestro del aire, Después de la Tierra), este pequeño film noble y disfrutable surge como un bienvenido regreso del director indio a ese cine estimulante y no exento de audacia que regaló en sus primeros trabajos.

Esta suerte de cuento de hadas a lo Hansel y Gretel que apela a uno de los recursos más explorados por el cine de terror como el found footage (El proyecto Blair Witch, Actividad paranormal, [REC],Cloverfield: Monstruo y siguen las firmas) empieza con una madre (Kathryn Hahn) que acepta que sus dos hijos preadolescentes (Olivia DeJonge y Ed Oxenbould) pasen una semana en la casa de los abuelos (Deanna Dunagan y Peter McRobbie). Si bien ella no se habla con sus padres desde que escapó del hogar, a los 19 años, considera que ya es hora de que los chicos disfruten de un tiempo a solas con sus veteranos familiares. Y ella, por fin, tendrá la oportunidad de embarcarse en un crucero con su nueva pareja.

En ese contexto de familias disfuncionales (cuando eran muy pequeños, además, los chicos fueron abandonados por su padre), Becca y Tyler llegan a la casona de la granja en una remota zona de Pennsylvania, munidos con sendas camaritas digitales y, mientras filman todos sus pasos, irán descubriendo que los viejitos no son tan encantadores, queribles ni cuerdos como en un principio parecían.

Shyamalan reserva unos cuantos sustos y una contundente vuelta de tuerca para el final, mientras se apoya en una narración sólida (sobria, teniendo en cuenta sus antecedentes) y en un elenco no demasiado conocido, pero que luce muy convincente. Le alcanza con esos atributos para construir su mejor película en muchos, demasiados años.